Gabriela Coutiño
De sorpresa en sorpresa; así vivimos los chiapanecos el proceso electoral 2018. Faltando poco para el cierre de los registros, los nombres de candidatas y candidatos a los puestos de elección popular serán ya inamovibles y el periodo de campañas inminente. La competitividad electoral y el hartazgo ciudadano da pie a la efervescencia electoral de la que Chiapas no escapa.
Pero en los últimos días, la opinión pública chiapaneca observaba con expectativa la noticia inesperada; el gobernador Manuel Velasco figuraba en las listas plurinominales de su partido político al Senado de la República. Los nombres de sustitutos comenzaron a barajarse. Que si llegaba Jaime Valls o Juan Carlos Gómez Aranda. Pero la pregunta fundamental era si el gobernador se quedaba a terminar su mandato constitucional o saltaba a un cargo de representación proporcional.
Ante la posibilidad de este evento político, los actores políticos chiapanecos pasaron de la sorpresa al enojo y a expresar su opinión.
El ex gobernador Juan Sabines, desde Orlando, Florida, explotó y dijo que abandonar el gobierno, de plano sería un acto de cobardía. El candidato Roberto Albores Gleason le respondió al ex gobernador Sabines, diciendo que lo que en realidad era incongruente y cobarde fue el haber abandonado el gobierno municipal que encabezó. Después, durante su registro oficial como candidato del PRI, Albores Gleason alegó ante los reporteros, que la renuncia del gobernador Velasco Coello; “no es tema”.
Del bando de José Antonio Aguilar Bodegas, quien estalló fue su cercano colaborador, el Profesor Manuel De la Torre, quien en una entrevista ex profeso, con su particular estilo, criticó al ex gobernador Sabines por sus dichos.
Finalmente, a través de las redes sociales, el gobernador anunció que concluiría su mandato. En consecuencia, a menos de que en lo que resta de su gobierno, ocurra otra coyuntura política o social que -ahora si- lo obligue a renunciar; el gobernador concluirá su periodo constitucional tal y como lo expresó en el video que precisamente circuló por las redes sociales oficiales.
La posibilidad de abandonar el gobierno era real. Se diga de manera oficial lo que se diga. Sino hubiera sido así, Jesús Sesma Suárez nunca hubiera hecho pública su intención de cederle su lugar en las listas plurinominales al todavía gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello.
Llegar al Senado representaba para Manuel Velasco la oportunidad de continuar una carrera política en la mejor de las posiciones posibles para alguien que siendo tan joven ya había sido Diputado local, federal, Senador y, -con grandes expectativas- Gobernador. Era la fórmula ideal para dejar atrás las dificultades y omisiones de su administración, lograr el blindaje ante la posibilidad de futuras persecuciones y rediseñar de nuevo su carrera política. ¿Quien hubiera dicho que no? Ya estando en la lista; solo alguien a quien le dicen que no va.
No es que no hubiera querido. No lo dejaron o no pudo. Cualquiera de las dos últimas cosas sucedió. Nunca la primera.
Partamos de un hecho concreto; el Partido Verde Ecologista de México, instituto político al que pertenece Manuel Velasco Coello, es socio político del PRI. Los dos partidos más el partido Nueva Alianza se presentarán a las elecciones 2018 hacia la presidencia con un candidato que no sale del tercer lugar de las encuestas.
Si su partido político lo continuará apoyando -a José Antonio Meade- en las campañas y las elecciones, pero la posibilidad de ganar es remota; ¿por qué personalmente no buscar otros horizontes?. No hay forma de “saltar” al gabinete, porque sencillamente -según los pronósticos- la presidencia la tiene perdida la coalición Todos por México, es decir José Antonio Meade.
En este contexto de probable derrota electoral para la coalición Todos por México ¿Qué otra posibilidad habría para alguien tan joven de continuar una carrera política al más alto nivel?.
El escenario político chiapaneco es complicado y en el fondo, lo que está en riesgo es la gobernabilidad de antes, durante y después de las elecciones.
Un gobierno tan desgastado, renuente largo tiempo a la reingeniería de un gabinete sin resultados, ¿podría y podrá garantizar la gobernabilidad el tiempo de gobierno que resta?. ¿Esa era otra de las razones de la fallida salida del gobierno de Manuel Velasco?.
Meade no prende y la lucha final por la presidencia al parecer será entre Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador. El primero intentará capitalizar el miedo ante el tabasqueño y el segundo, hace tiempo capitaliza el hartazgo ciudadano. Parece ya despejado el panorama de las razones por las que los mexicanos votaremos rumbo al 2018: unos por el miedo a un gobierno de izquierda de López Obrador y otros votando por López Obrador por el hartazgo. Faltará definir por quienes votarán los indecisos y los priistas que ven como su candidato se hunde cada día más.
Por lo menos en Chiapas, el fenómeno López Obrador parece incontenible. El problema es que MORENA en Chiapas está repitiendo los esquemas de voto “seguro y corporativo” sumando a la clase política actual. Las dos Senadurías las cedió a operadores políticos estatales del Verde Ecologista. ¿La dirigencia nacional del PRI y del Verde Ecologista sintieron esto como una traición a la coalición Todos por México”?, ¿Esta fue la causa -o una de ellas- de que finalmente el ejecutivo estatal no accediera a la candidatura plurinominal al Senado?.
Pero -a pesar de Meade- emerge para la candidatura a la gubernatura de Roberto Albores. Su problema es que José Antonio Aguilar Bodegas le restará votos.
Con el voto López Obrador no tiene problema en Chiapas. La militancia de MORENA y los ciudadanos hartos de ver sucesivos gobiernos fallidos votarán por el chiapaneco-tabasqueño. Pero no parecen convencidos de hacerlo por un candidato a la gubernatura -Rutilio Escandón Cadenas- acartonado, sin arrastre popular propio y ex colaborador de esta administración.
A falta de carisma personal, Escandón Cadenas tiene “prendidas las velitas” para que ello lo ayude a llegar a ocupar la Casa de Gobierno de la colonia El Mirador.
Manuel Velasco no se fue, no es que no quisiera. Lo que pasa es que no se pudo y no lo dejaron.
Ahora queda resolver la conflictividad estatal, garantizar la tranquilidad electoral, resolver los pendientes que son muchos, aminorar la deuda exorbitante, -heredada y contratada- apoyar a los candidatos de su partido, convencer de la neutralidad gubernamental a AMLO -¿y apoyarlo, ante la derrota ya pronosticada de Meade?- y encontrar una nueva fórmula para garantizar la continuidad de una carrera política iniciada muy joven y con el deseo de fortalecerla mucho tiempo más.