Gabriela Coutiño

En 1994 México y el mundo voltearon a ver a Chiapas

Ese año un puñado de indígenas -previa declaración de guerra- obligó al estado mexicano a sentarse en una mesa de negociaciones.

Para ello, se reactivó la movilización de una sociedad mexicana que había estado aletargada desde los sismos de 1985.

El impacto de la irrupción del EZLN fue tal que movilizó a la sociedad mexicana y sentó a la mesa de negociaciones al gobierno federal. Ningún movimiento nacional ha logrado eso en México.

Sociedad y estado mexicano reconocieron que el bienestar de los pueblos originarios es un asunto que la agenda nacional del desarrollo había dejado fuera.

Durante el mandato del presidente Ernesto Zedillo se produjo un intenso proceso de negociación de dos años entre el gobierno federal y el EZLN. Gobierno y  guerrilla chiapaneca construyeron los llamados “Acuerdos de San Andrés”. 

La firma se logró en febrero de 1996. Ello comprometía al gobierno mexicano a modificar la Constitución para otorgar derechos, incluyendo autonomía, a los Pueblos Indígenas de México.

A la fecha el estado mexicano no ha cumplido con los acuerdos firmados. Ello es un primer elemento que hace vigente la lucha del EZLN.

Aunque de origen armada; la lucha del EZLN también fue la primera lucha nacional que en el contexto del neoliberalismo buscaba el respeto a los derechos colectivos. 

Es decir buscaba el respeto al derecho político de elegir a sus propias autoridades, el jurídico para impartir justicia de acuerdo a sus usos y costumbres, los sociales: para decidir sus propias formas de organización social; los culturales para preservar su identidad, entre otros derechos colectivos.

El EZLN a pesar de una ley de amnistía que permitió el cese al fuego con el estado mexicano, el EZLN ha sido perseguido, aislado y hostigado militar, política y económicamente por los sucesivos gobiernos mexicanos.

¿A que los orilló esta situación? 

A consolidar sus estructuras comunitarias y buscar acercamientos con las comunidades indígenas nacionales. Con las juntas de buen gobierno los zapatistas les han otorgado autosuficiencia a sus comunidades en materia de salud, educación y producción de alimentos.

En contraste; los gobiernos federal y estatal han hecho una gran derrama de recursos en Chiapas que no se nota. La corrupción y las ocurrencias políticas son cotidianas en Chiapas. 

Ese contraste, es también una de las razones por las que la lucha zapatista sigue vigente.

Pero sobre todo, su lucha ha permeado en las comunidades indígenas; las cuales piden al gobierno federal el reconocimiento de sus derechos colectivos y el reconocimiento a su identidad.

Resistencia, persistencia, autosuficiencia y conservación de su identidad en un mundo global que ha generado desigualdad; es el legado zapatista.

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