Gabriela Coutiño
Entre los mexicanos es casi una religión saber quién fue Pedro Infante. Todos recordamos algunas escenas de sus famosas películas.
En A toda máquina! Dos actores de reparto protagonizan unas de las escenas más celebres del cine nacional.
– ¡Ya llegué vieja!
– Me quitaron el trabajo del restaurant, pero ya tengo otro
– ¿De qué?
– ¡Ya verás! ¡Ya verás!
– ¡Ya me voy vieja!
Y otra Vez
– ¡Ya llegué vieja!
– ¡Ya me voy vieja!
Alguien en la política chiapaneca está así. Con dos cargos políticos a la vez. Y la ciudadanía está indignada.
Los políticos chiapanecos luego se enojan, manotean, se indignan y le reclaman a la prensa crítica. Pero ellos hacen y deshacen los hilos políticos estatales a su propia conveniencia. El papel de la prensa -cuando es crítica- no es alabar, sino informar verazmente, describir coyunturas y analizar contextos.
El que no quiere ver fantasmas, que no salga de noche. Dice la sabiduría popular.
Después de una etapa electoral nacional intensa, Andrés Manuel López Obrador arrasó y con su partido político MORENA ha obligado a replegarse a las demás instituciones políticas y reflexionar a sus dirigentes y militancia sobre el futuro.
En Chiapas, los conflictos electorales estuvieron a la orden del día. En varios municipios hubo impugnaciones e incluso conflictos con algún grado de violencia, Amatán y Chiapa de Corzo son algunos de los municipios donde los conflictos siguen vigentes.
Mientras en casi todo el resto del país, las diferentes clases políticas locales entendieron los nuevos tiempos o las sometió la ciudadanía votando por MORENA; en Chiapas la clase política fiel a su historia criolla y localista; se acomodó a los nuevos tiempos. Y los sucesivos jefes del ejecutivo han soñado con convertirse en caudillos permanentes.
La caída de casi todos ha sido estrepitosa. Solo Juan Sabines se fue impune y quien lo sucedió conservará algo de poder, porque ha sido el único que ha podido -hasta el momento- sin interrupciones continuar su carrera política.
O sea, para la ciudadanía chiapaneca, los últimos tiempos -y los políticos- han sido malos. Tan solo un ejemplo: pocos pensaron que alguien superaría como peor alcalde de Tuxtla a Yassir Vázquez; pero Samuel Toledo lo logró; ¿Fernando Castellanos hizo mejor las cosas que Samuel Toledo?
Si se dice que AMLO conoce Chiapas, ¿le permitirá a la clase política chiapaneca seguir brincando del PVEM a MORENA? Es cierto que hay prioridades, en este caso nacionales, pero que AMLO recuerde que, al PRI por olvidar Chiapas, le estalló la rebelión del EZLN.
Chiapas no ha dejado sus rezagos. Ni la clase política local ha podido erradicarlos. Menos ha podido -o buscado- desterrar sus malas prácticas políticas que se traduce en dos cosas contradictorias; su ingobernabilidad, pero que a pesar de ello se afianza.
Si se revisan los indicadores sociales y económicos, tenemos el último lugar en todo. Pero también un indicador político es digno de tomarse en cuenta: el número de gobernadores del estado. Chiapas ha tenido más gobernadores interinos que constitucionales.
En consecuencia, no hay desarrollo económico social no económico. Pero tampoco una cultura de consolidación política. La clase política solo busca arraigarse en el poder. Pero nada más.
El interinato se ha convertido en la forma de reinventarse, de reciclarse, de continuar vigentes y de seguir dentro del presupuesto. Un total cambio de camiseta para que todo siga igual desde arriba, mientras los de abajo sufren las carencias.
El martes, el ejecutivo estatal pidió licencia al cargo, pero más tardó en encontrarse sustituto, que en aclarar que regresará al cargo para concluir el ciclo de su mandato constitucional.
Desde la aparición del EZLN y la obligada renuncia de Eduardo Robledo Rincón; la fórmula política del interinato en Chiapas se aceleró. Llegó Julio César Ruiz Ferro y la crisis en Acteal obligó su renuncia, llegó Roberto Albores y la posterior apertura democrática.
Pablo Salazar y Juan Sabines no solucionaron nuestros problemas, sobre todo Sabines los acentúo. Pero se había logrado cierta estabilidad constitucional. Y a meses de concluir su mandato, Velasco Coello revivió esa fórmula, pero en su beneficio.
Con la llegada de MORENA como nueva fuerza política nacional en Chiapas no hubo ruptura en la clase política; se buscó la continuidad. Es más que posible que desde el Senado Manuel Velasco afiance una especie de neo cacicazgo. Con ello él sí pueda cumplir el sueño de todos los exgobernadores, seguir teniendo el poder bajo las sombras.
El país vive un cambio de régimen político. No es ruptura total porque los poderes económicos, que son fácticos y por lo tanto actores nacionales, están intactos. El conocimiento de ellos, las alianzas con ellos, los intereses creados; van a permitir la sobrevivencia de algunos actores políticos.
El dilema de MORENA y López Obrador es que no puede tener una ruptura total con esos grupos porque significaría reconstruir el país desde cero y las expectativas que genera su futura presidencia son altas. Necesita que lo más rápido posible, la ciudadanía comience a sentir que en México las cosas cambian.
En esa situación, López Obrador está atrapado en una contradicción. Necesita el cambio, pero para lograrlo necesita a varios de los actores políticos existentes.
Es obvio que uno de ellos es Manuel Velasco. Basta recordar que el PVEM acaba de culminar su alianza con el PRI. ¿Con quién será la nueva alianza del Verde ecologista? Solo, no sobrevive. Si se alía es más fuerte; a la vista salta MORENA. Y al frente de esa alianza por supuesto que, desde el Senado; Manuel Velasco.
El interinato es una sombra que nubla el desarrollo de Chiapas. Era una fórmula para describir nuestro subdesarrollo. Pero ahora se inaugura una etapa en donde la fórmula se utiliza para afianzarse políticamente y sobrevivir a un cambio de régimen.
Si en el país nos quejamos de la debilidad de nuestras instituciones, en Chiapas la clase política se aprovecha como nadie de esa debilidad. Y lo seguirá haciendo si no hay un compromiso político de erradicar viejas prácticas que son en el fondo, lo que ha indignado a la sociedad.
En Chiapas cada vez nos indignamos más. Y llegamos al cambio de régimen político nacional más indignados. Tremenda tarea tiene por delante en nuestro estado López Obrador, quién públicamente nos dice paisanos y que conoce Chiapas mejor que nadie.
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