Por Raúl Ríos Trujillo
 
Hace 6 años, justo por estas fechas el gobernador Juan Sabines Guerrero (2006-2012), el más corrupto del que se tenga memoria en la historia reciente, preparaba sus maletas para irse del estado, las elecciones ya tenían un ganador que además había roto todas las expectativas en cuanto a preferencia y Juan lucía en franca decadencia.
 
Su compadre asumiría el poder y nada le hubiera podido salir mejor hasta ese momento, lo único verdaderamente mediocre para Sabines era el destino que se había diseñado él mismo para su futuro, se iría millonario y con chamba pero totalmente desprestigiado y odiado por el pueblo que juró proteger.
 
Cansado por los excesos, ojeroso y con el pelo totalmente encanecido a esas alturas ya había negociado con el gobierno de Peña Nieto su salida por la puerta trasera, poco después nos enteraríamos que sería en el consulado de Orlando Florida, el vástago no reconocido en la estirpe de los Sabines había empezado a cruzar la línea de sus propios límites.
 
Cuentan los que saben que se dedicó en sus últimos días a emborracharse y a celebrar su despedida, de estas fechas es aquella leyenda que lo dibuja corriendo desnudo en la madrugada, totalmente embrutecido por quien sabe qué substancias, mientras era perseguido por sus propios guarda espaldas en las calles contiguas a la casa de gobierno en la Colonia El Mirador, estos detalles que hoy mismo nadie se atrevería a confirmar deberían ser un ejemplo no grato y un instructivo maldito de lo que no debería hacer un gobernante que sale.
 
A unas horas de abandonar el poder, el Sabines de esos últimos días tuvo tiempo, de reunir valores caducos: concesiones de taxis, documentos de propiedad, cheques de hule,  escrituras del Instituto de la Vivienda y otros artilugios más, para regalarlos con empleados y gente cercana de nivel mediano. Los llamaba en privado y les entregaba esos regalos a cambio de la lisonja y la adulación, carente de la figura paterna en su niñez a juanito corrupto le encantaba que la gente lo quisiera, algunos le creyeron, otros acostumbrados a esos menesteres le siguieron la corriente, unos meses después la realidad era otra.
 
Los documentos entregados por Sabines dejaron de tener validez, el INVI (hoy promotora de la vivienda), al no aprobar en su institucionalidad los documentos y escrituras con la firma del exgobernante canceló su valor, las concesiones de taxis en su mayoría también se cancelaron o se negociaron en lo oscurito ya en la nueva administración, todo fue fallido, biodiesel falso, plantaciones de Jatrhopa fantasmas, carritos hotdoqueros, microtiendas y peluquerías que eran más cheques sin fondos que proyectos económicos de impacto, deudas pagadas con dádivas, medios de comunicación burlados, una verdadera orgía que no debiera repetirse.
 
Pero la razón verdadera de recordar esto que ahora mismo es parte de la historia jamás contada en seis años, no es el de lesionar la imagen de por sí destruída del más abiertamente nefasto gobernador de Chiapas, si no el de rescatar, como una especie de moraleja, las enseñanzas que nos debería legar la memoria.
 
Justo en este momento en el que se ventilan datos filtrados de bonos sexenales abusivos, jubilaciones millonarias adelantadas, autoadjudicaciones al por mayor, es necesario que los que sí tenemos memoria la usemos para recordar a la ciudadanía que esta cultura del «Año de Hidalgo» no debiera naturalizarse y los mejores guardianes tendríamos que ser los ciudadanos honestos, los que pagamos impuestos, a los que sí nos duele la burla.
 
Lamentablemente, como ya hemos escrito, conocemos la historia y la repetimos, a estas alturas del partido y tal como pinta el futuro las nuevas generaciones tendrían que construir un nuevo tipo de ciudadanía vigilante que precisamente; conocedora de la historia y los errores del pasado, garantizara de alguna forma que nunca volvieran a materializarse. Lo peor es que tal como se ve, todavía falta para arribar a esta sociedad corresponsable de su destino, tal vez ya no tanto, pero falta. Salud y libertad.

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