Tapachula

Fredy Martin Pérez

Nada detuvo a los miles de hondureños en su búsqueda por alcanzar la frontera norte, ni el cansancio, la sed, el hambre, ni los 30 grados centígrados que imperó a lo largo de la ruta de 37 kilómetros, entre Ciudad Hidalgo, en la frontera con Guatemala hacia Tapachula, el lugar más importante de la frontera sur, a donde arribaron tras ocho horas de caminata.

Antes de las 14:00 horas del domingo, el primero grupo de hondureños alcanzó la entrada de Tapachula, en el punto que conecta con Guatemala, donde se apostaron tres vehículos de la sociedad civil para obsequiarles agua, galletas, tamales, leche y pollo.

Cuando los grupos entraron corearon: “Sí se pudoooo”, “Sí se pudoooo”, pero el éxodo parecía no terminar, porque hacia las 16:30 horas partía de Ciudad Hidalgo otro grupo de dos mil hondureños.

No amanecía cuando los hondureños, que durmieron en el parque central de Ciudad Hidalgo, tomaron sus cosas y a las 05:45 horas, sin haber probado ningún alimento, ya estaban sobre la carretera federal número 200.

Avanzaban decididos, pese a que en la entrada de Metada de Domínguez, se había apostado cientos de agentes de la Policía Federal, aparentemente para contenerlos, pero minutos después, los oficiales corrieron hacia una desviación que conduce a Tapachula, pero ya no se les volvió a ver más.

Lo que si se observó, fue un helicóptero de la corporación que sobrevoló por donde caminaban los hondureños y patrullas circulaba a lo largo de la columna, con altavoces para hacer un llamado a los inmigrantes a tomaran los camiones, para ser trasladados al albergue de la Expo Tapachula, con capacidad para seis mil personas, pero los hombres y mujeres rechazaron el llamado porque consideraban que desde ahí serían deportados hacia su país.

El delegado del INM en Chiapas, Francisco Echavarría, que se acercó a la caravana, pidió a un grupo de hondureños que fuera a constatar las condiciones del albergue y supieran que no serían deportados a su nación.

La hondureña Keyly, de San Pedro Sula, con un altavoz se paró a mitad de la carretera, para pedir a sus compatriotas que abordaran los camiones, porque habían garantías de que no los echarían del territorio nacional.

La joven con un embarazo de cinco meses, lleva tres días en el albergue de la Expo Tapachula, aseguró que como ella, decenas de hondureños iniciaron trámite ante el Instituto Nacional de Migración (INM), para legalizar su estancia temporal en territorio mexicano, pero no le creyeron sus paisanos y algunos le gritaron que mejor se fuera del lugar, porque su oferta “era una trampa”.

Algunos indecisos que querían subirse a los camiones, les reprochaban que no lo hicieran y así fue, porque prefirieron caminar bajo el sol, pedir aventón con traileros, automovilistas o pagar un traslado en mototaxis o combis, en varias escalas sobre la vía número 200.

A lo largo de la ruta, las familias de las rancherías y cantones salían a repartir agua, tamales, tortillas y comida, pero también cientos de playeras y gorras del PVEM y Podemos Mover a Chiapas, no se llegaron a los votantes en el pasado proceso electoral del 1 de julio.

Evín Omar Áviles Velázquez, de 14 años de edad, nativo de Baracoa, pueblo cercano al caribeño Puerto Cortés, Honduras, contó que viaja solo en la caravana, con el propósito de llegar al norte. “Soy hondureño. Voy a la USA”, explicó y luego corrió hacia un tráiler que se detuvo frente a él, para abordarlo, como lo hicieron varios de sus paisanos.

En los primeros 15 kilómetros, el grueso de la caravana se mantuvo compacto, con grupos de jóvenes que llevaba al frente, las banderas de México, El Salvador, Guatemala y Honduras, pero conforme avanzaron, fueron cientos los hombres, mujeres y niños que se rezagaron; muchos descansaban bajo los árboles y algunas casas, en espera de transporte.

Cuando la columna alcanzó a la Segundad Sección de Medio Monte, una ranchería del municipio de Tuxtla Chico, a 23 kilómetros de Ciudad Hidalgo, la cabeza de la caravana ya tocaba territorio de Tapachula.

Eran casi las 14: 00 horas y los hondureños habían caminado por espacio de ocho horas y uno de ellos aseguró que este primer trecho en territorio mexicano, “no ha sido el más difícil porque nos espera lo peor en nuestro camino a la frontera norte”.

Bajo la sombra de un almendra, Carlos Flores, de 35 años de edad, del departamento de Valle, en el Pacífico, dio a conocer que salió hacia los Estados Unidos, con tres de sus amigos, pero en Honduras se quedaron su esposa y cinco hijos. “Es muy duro que un hijo te pida cinco pesos y no se los puedas dar”, dijo el albañil que se quejó haber buscado empleo en la zona donde vive, pero no hay.

A las 17:00 horas, el grueso de la caravana ya se encontraba en el parque central de Tapachula, donde ciudadanos llegaron para obsequiar comida y agua, pero minutos después todos corrieron por un aguacero que cayó por más de media hora.

Eran entre tres a cuatro mil personas.
Caía la noche y los hondureños recorrían por el centro de la ciudad; otros dormitaban en el piso y muy pocos intentaban llegar al albergue de la Expo Tapachula, pero no sabían cómo llegar al sitio. “Estamos buscando hospedaje, pero no encontramos.

Necesitamos descansar, para tomar fuerzas, porque nos falta mucho por recorrer”, confesó un joven en la esquina de la 8ª Avenida y el callejón Belisario Domínguez, a cien metros del parque central.

A las 16:30 horas, dos mil hondureños habían salido del albergue de la presidencia municipal de Ciudad Hidalgo y caminaba bajo la lluvia hacia Tapachula, pero en el puente internacional Rodolfo Robles, se encontraba otro grupo de igual cantidad, que esperaba entrar a México a través del INM.

En la Expo Feria, solo se encontraban albergados 587 hondureños.

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