Foto: AFP
22 DE NOVIEMBRE DE 2018
La tensión se exacerbó este jueves en la frontera entre México y Estados Unidos, donde la caravana migrante que viajó desde Honduras con la determinación de alcanzar el sueño americano realizó una beligerante manifestación, mientras personal de las fuerzas armadas estadounidenses desplegaban un operativo intimidante en una garita binacional de Tijuana.
El paso vehicular y peatonal se congeló durante unos 40 minutos en la garita de San Ysidro mientras cientos de policías y soldados estadounidenses realizaban un «ejercicio a gran escala de rapidez operacional», según los términos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, una agencia que combate el narcotráfico, terrorismo y tráfico de personas.
Una línea de vanguardia, formada por decenas de policías con cascos y armas largas, miraba hacia territorio mexicano al tiempo que un batallón de policías antimotines ensayaba su despliegue con gritos y ademanes frente a la ondeante bandera estadounidense.
En simultáneo, un grupo de soldados con uniformes color arena -a tono con el suelo desértico de la zona- detonó cohetes que desprendieron un picante gas blanco. Varios helicópteros sobrevolaban la frontera, que previamente había sido reforzada con barricadas metálicas y entramados de púas.
«Si se llega a un nivel en el que perdemos el control o personas pueden resultar heridas, cerraremos el ingreso al país por un período de tiempo», dijo este jueves el presidente estadounidense Donald Trump. «Me refiero a toda la frontera», precisó.
Trump, quien ha calificado a los migrantes de «criminales», dispuso el envío de hasta 9.000 soldados al área fronteriza.
– «Un día especial» –
Desafiando al mandatario, cientos de los miles de centroamericanos que conforman la caravana se manifestaron casi en simultáneo con el despliegue de las fuerzas estadounidenses, en el cercano paso binacional de El Chaparral.
«¡Ábrenos las puertas Trump! No venimos en son de guerra sino de trabajar», gritaba Alberto Ruiz, un hondureño de 22 años de amplio bigote, que junto con sus compañeros pedía ingresar a Estados Unidos sin papeleo de por medio.
Hastiados tras una noche de lluvia que empapó sus colchonetas instaladas a la intemperie, los miles de centroamericanos de la caravana, en su mayoría familias hondureñas con niños, amanecieron con una sola idea en mente: salir del cada vez más incómodo albergue que ocupan hace varios días en un desfavorecido barrio de Tijuana, al ras de la frontera estadounidense.
Tras un maratónico viaje de más de un mes desde San Pedro Sula, ya suman 4.730 los migrantes hacinados en este albergue, pero en todo el estado de Baja California se han concentrado más de 6.000, según cifras oficiales.
«¡Vámonos de una a la frontera! Ahí podemos presionar a Trump. En el albergue solo estamos perdiendo el tiempo y las fuerzas», gritaba desde un megáfono Carlos Rodríguez, un hondureño de la caravana.
«Hoy es un día especial, de acción y gracias en Estados Unidos (Thanksgiving). No nos van linchar», decía entre aplausos y gritos de la muchedumbre enardecida, que al poco rato se disolvió.
– «Cero tolerancia» –
«Esto no es demostración de fuerza sino de estupidez», dijo Jennifer Huerta, una mexicano-estadounidense residente en San Diego que quedó atrapada en el cuello de botella vehicular que se formó en San Ysidro durante el ejercicio estadounidense.
«¿Van a matar a todos estos niños centroamericanos con sus padres? ¿Really? (¿Es en serio?) ¡Por favor!», añadió mientras subía la intensidad de su aire acondicionado.
México y Estados Unidos comparten una frontera de más de 3.000 km, por la que cruzan un millón de personas diariamente de manera legal, mientras que el comercio en la línea fronteriza genera un millón de dólares por minuto, según cifras oficiales.
«Cuando hay una incursión ilegal, obviamente hay una consecuencia», advirtió Francisco Rueda, secretario de Gobierno en Baja California, al considerar que el cierre de la frontera «tendría un impacto muy negativo».
Las autoridades mexicanas también reforzaron la seguridad con más de 100 policías federales.
Según Rueda, si los centroamericanos fuerzan la frontera se les negaría el asilo en Estados Unidos.
Pero el martes, un juez federal de Estados Unidos suspendió un decreto de Trump que establecía que solo podían pedir refugio quienes entraran por puestos de control oficiales, y no los que cruzaran de manera clandestina.
«Los jueces no deberían legislar sobre Seguridad en la frontera (…) No saben nada al respecto y están haciendo que nuestro país sea inseguro», escribió Trump en Twitter este jueves.
Algunos integrantes de la caravana se han inscrito en listas de espera para tramitar legalmente el asilo en Estados Unidos, pero muchos se han desanimado al darse cuenta que podrían esperar durante meses para acceder a su turno.
Habrá «cero tolerancia» para aquellos extranjeros que alteren el orden, dijo Rueda.