Tuxtla Gutiérrez, Chis. 25 Mar.- Los más 2 mil migrantes integrantes de una caravana que partieron de Tapachula el sábado con la intención de llegar a Estados Unidos, esta madrugada salieron del municipio de Huehuetán; otro grupo de 300 descansaron en el parque de Huixtla, “donde el ayuntamiento les está ofreciendo transporte para llevarlos a Escuintla, el siguiente poblado, porque no quieren que se queden”, informó el sacerdote Heyman Vázquez Medina, director del albergue «Nadie es extranjero».
“La Caravana centroamericana y del Caribe”, llamada así porque sus integrantes provienen de Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Haití y Cuba, recorrieron solamente 28 kilómetros en 11 horas, debido a las altas temperaturas y por respeto al ritmo de familias, niños, niñas y adolescentes, adultos mayores y personas con discapacidad quienes no recibieron atención humanitaria a su paso, más allá de la vinculada por organizaciones de la sociedad civil, reportó la agrupación «Servicio Jesuita a Refugiados México».
Como ha sucedido con las anteriores caravanas, ni el gobierno ni la población está brindando ayuda humanitaria a los migrantes que caminan sobre la carretera costera. Los migrantes que llegaron a Huixtla, acudieron a comer a la parroquia; “a los demás ni agua les dan, no hay la intención de apoyarlos”, dijo el párroco Vázquez Medina.
Las organizaciones que monitorean el éxodo que entra a México por la frontera sur, urgieron a las autoridades dar respuesta integral a la protección, seguridad y asistencia humanitaria a los migrantes “no solo a nivel interinstitucional en los distintos niveles de gobierno, sino en coordinación con las organizaciones de la sociedad civil con presencia en la zona”.
“Este desplazamiento consecuente a las condiciones de vida indignas instaladas en Tapachula, la criminalización, xenofobia e inseguridad, así como el rebasamiento en la operatividad de las oficinas de atención a solicitantes de refugio en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), como el cierre de las oficinas de regularización migratoria, motivaron esta reacción en búsqueda de mejorar las condiciones de vida, lo que deja invisible el problema de fondo y la responsabilidad del Estado en el acceso y la garantía de los derechos a las personas con necesidades de protección internacional”, dijo el Servicio Jesuita a Refugiados México.
La agrupación «Pueblos sin Fronteras», que dirige Irineo Mújica, dijo que “el inusitado aumento de la estigmatización y criminalización de los migrantes, derivado de la construcción y propagación de un discurso de odio y xenofobia desde el propio Estado; la inocultable y creciente corrupción en el Instituto Nacional de Migración (INM) y la llamada nueva política migratoria, han generado un clima de violencia y violaciones a los derechos humanos de miles de migrantes y de activistas”.
Aseguró que “a partir de que el nuevo gobierno anunció el inicio de una nueva política migratoria de no contención y sustentada en el apego irrestricto al respeto de los derechos humanos, en la frontera sur de México se agudizó la crisis humanitaria reflejada, entre otras cosas, en la ausencia de apoyo administrativo y humanitario por parte del INM y de las comisiones Nacional y Estatal de Derechos Humanos, entre otras”.
«Pueblos sin Fronteras» afirmó que “siguen llegando personas de distintas partes de América en busca de protección de un Estado que dice abogar por los derechos humanos, pero que en la práctica sigue una agenda global de secularización, racismo y muerte, perpetuando la deshumanización de miles de personas y subyugando toda forma de ayuda, solidaridad y acción política a favor del tránsito seguro de migrantes.
“Cientos de familias, madres con hijos, menores y adultos migrantes se ven obligados a soportar el tiempo de espera en condiciones de hacinamiento en parques, aceras y en las inmediaciones de las estaciones migratorias y otros puntos en Tapachula y Ciudad Hidalgo”.
Por si fuera poco, abundó, “el reciente cierre (temporal) de las oficinas de regularización del INM como producto de la desesperación y hartazgo de cientos de migrantes cubanos víctimas de prácticas deshonestas, rapaces y corruptas del personal de migración, condujo a la auto organización de una nueva caravana”.