Los hechos
El 7 de marzo, por la noche las redes sociales reportaron un fatal accidente. Ese día la tragedia acompañó a los migrantes; en el tramo carretero Chicoasén-Soyaló, muy cerca de la colonia Francisco Sarabia un camión que transportaba migrantes de Guatemala sufrió una volcadura. Fallecieron 25 migrantes y 29 resultaron lesionados. Viajaban mujeres, adultos mayores y adolescentes buscando el sueño americano.
El mes de marzo vio como crecía la virulencia del lenguaje del presidente americano Donald Trump. Decía que México nada hacía para detener la ola de migrantes que buscaban llegar a su país y en consecuencia, cerraría la frontera con nuestro país. Después, la furia de su lenguaje fue menguando.
Pero diga lo que diga Donald Trump y haga lo que haga el gobierno mexicano, la migración hacia Estados Unidos, especialmente desde Centroamérica, sigue ocurriendo. También se ha hecho más visible la migración desde la frontera sur mexicana de migrantes de África y el Caribe hacia Estados Unidos.
Hace días agentes del Instituto Nacional de Migración aseguraron a 150 centroamericanos que ingresaron de manera indocumentada al país. El aseguramiento se dio en coordinación con la Policía Federal y la Policía Municipal.
El grupo de migrantes ingresó por el Puente Internacional Rodolfo Robles luego que las autoridades mexicanas les indicaron que no había trámites de regularización. De ese grupo, tres integrantes; dos hondureñas y un salvadoreño, fueron atropellados a la altura del municipio de Frontera Hidalgo. El conductor responsable huyó mientras que las víctimas fueron trasladadas al Hospital General de Tapachula para su atención médica.
En marzo, se formaron tres caravanas que de los países centroamericanos, especialmente de Honduras, llegan a suelo mexicano vía el río Suchiate, el poblado de la costa fronteriza con Guatemala.
Desde hace semanas, en la estación migratoria de Tapachula Siglo XXI, la más grande México, migrantes africanos y cubanos exigen su “oficio de salida” que les permita transitar por territorio mexicano para llegar a Estados Unidos.
Al mismo tiempo, empresarios de Tapachula, realizaron una conferencia de prensa y divulgaron un desplegado en donde manifestaron su rechazo a la lo que se supone será la “Mega Caravana de Migrantes”. La Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero alertó de la conformación de la “Caravana madre” desde Honduras.
Los empresarios dijeron que el problema es que la migración afecta el comercio, el turismo y que se generan también problemas de seguridad pública.
Cuestionan la intensión del gobierno federal de poner una contención al flujo migratorio en el Istmo de Tehuantepec, porque según dice la iniciativa privada; deja a Chiapas en estado de indefensión ante el ingreso de las caravanas. En consecuencia, piden blindar la frontera sur.
Mientras se advertía de la caravana madre, Donald Trump alzaba la voz, en tanto se registraban accidentes y protestas de migrantes. Las caravanas continuaban su camino hacia el norte; pero al mismo tiempo, desde Tapachula, comenzaron las deportaciones de migrantes.
Un grupo de 123 cubanos regresaron a su país, lo mismo que 71 haitianos y los africanos protestan porque quieren un trato como el que el país le otorga a los migrantes cubanos. Es decir, piden un “oficio de salida” para transitar sin problemas por todo el territorio nacional hacia Estados Unidos.
Ayer mismo, un migrante cubano se crucificó en las afueras de la estación migratoria, el caribeño alegaba que lo hacía porque los migrantes son engañados por las autoridades mexicanas. El migrante dijo que a los migrantes cubanos los convencen que les darán su “oficio de salida” pero en realidad los están deportando vía aérea.
El contexto
¿Cuál es la situación actual? ¿Qué es lo que está pasando?
En el mes de octubre del año pasado, desde Honduras se reportó la conformación de una caravana migrante. Ya desde marzo del año pasado, se había formado la primera caravana. Se denominó “Viacrucis del Migrante”. Pero el fenómeno captó la atención internacional en octubre del año pasado.
En esa caravana de octubre había poco más de cinco mil ciudadanos hondureños que querían huir no solo de la pobreza de su país, sino también de la violencia que lo aqueja.
¿Por qué se forman las caravanas? Porque de esa manera, es decir agrupándose, el migrante se protege de los peligros del viaje hasta Estados Unidos. Peligros que se han documentado, crecen durante la travesía por México. Desde octubre del año pasado han pasado primero por Chiapas por lo menos seis caravanas grandes.
¿Por qué caravanas grandes? Porque en realidad ninguna autoridad tiene cifras concretas y exactas sobre cuanta gente pasa de manera ilegal rumbo al norte por la porosa frontera sur mexicana. La única certeza que se tiene es que los migrantes centroamericanos pasan ahora hacia el norte; es decir Estados Unidos por México; de manera agrupada.
Hay grupos pequeños de personas y por supuesto, las caravanas. Pero esos grupos pequeños no son solo de ciudadanos centroamericanos; también hay grupos de cubanos, haitianos e incluso de nacionalidades africanas y asiáticas.
Esos grupos no son visibles. Lo visible son las caravanas grandes.
Ante esta situación la respuesta del gobierno mexicano ha sido errática, tardada, reactiva. Esa es la manera en que se han comportado los dos gobiernos que han visto las coyunturas de las caravanas, el de Enrique Peña Nieto y el de Andrés Manuel López Obrador.
Evidentemente que hay una presión de Estados Unidos. Eso está fuera de discusión. Por redes sociales y en los noticieros se ve la virulencia del presidente Donald Trump.
Ante el desarrollo de las caravanas -grandes y chicas- México; tan solo en enero de este año, a través del Instituto Nacional de Migración entregó más de 13 mil tarjetas humanitarias.
Las tarjetas o visas humanitarias se terminaron de entregar el 28 de enero. Pero para marzo la situación cambió.
En ese mes pasado hubo muchas detenciones de migrantes. Sobre todo, de los grupos pequeños. Es decir, los agentes migratorios detienen a los grupos que no son visibles a la ciudadanía, a los reporteros e incluso a las ONGs.
Pero a finales de marzo, el Instituto Nacional de Migración anunció que se reiniciaba la entrega de tarjetas; pero aclaró que esta entrega de tarjetas solo será para la población vulnerable. Es decir, para niños, niñas, mujeres en situación de embarazo y personas de la tercera edad.
Es evidente, que este nuevo cambio; esta nueva entrega de tarjetas humanitarias, se dan en el contexto de las declaraciones de Donald Trump.
¿Por qué el gobierno mexicano cambia de estrategia?
Cambia por la presión de Estados Unidos.
Pero también porque el gobierno mexicano no tiene una ley de migración acorde con las condiciones de la migración actual.
Por ejemplo, los cubanos exigen la entrega de su “oficio de salida”. El problema es que ese oficio, respondía a la ley americana conocida popularmente como de “pies secos, pies mojados”; Ley que el gobierno de Obama derogó en el 2017, al restablecer relaciones políticas con el gobierno de Raúl Castro.
México otorgaba ese oficio porque al salir de Cuba, un migrante con esa nacionalidad, casi era considerado un traidor a la patria; entonces el oficio era como un salvoconducto al migrante cubano. Es decir, con ello transitaba por el todo el territorio mexicano protegido por las leyes mexicanas hasta llegar a Estados Unidos.
Con la derogación de la Ley de Ajuste Cubano en Estados Unidos, ese oficio que se entrega al migrante cubano no tendría ya razón de ser.
Otro caso que documenta que se requiere una ley muy clara; hace días, el consulado de Guatemala interpuso una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos contra la Fiscalía General del estado de Chiapas por la detención de migrantes; esto porque con la ley actual, ningún gobierno estatal tiene la facultad de detener a cualquier migrante, solo pueden colaborar con el Instituto Nacional de Migración.
Sin embargo, si consideramos que la frontera sur es porosa y que la única institucional nacional que puede -por ley- detener a un migrante es el Instituto Nacional de Migración, cabe preguntarse: ¿el INM tiene la capacidad para detener a todo aquel que ingrese a México y quiera migrar hacia Estados Unidos?
Según las autoridades federales es necesaria la creación de una nueva Ley de Migración. Ante la coyuntura actual del desarrollo de caravanas y la virulencia de los mensajes de Donald Trump, esta tendría que estar lista a finales de año y por lo menos, debe de considerar un perfil de protección de derechos humanos.
La duda que salta es: ¿Cómo tomaría una nueva ley de migración mexicana el gobierno de Estados Unidos? Si tiene virulencia contra la migración centroamericana.
El problema es que en Centroamérica la pobreza y la violencia crecen. Es decir, las causas que provocan la migración ilegal hacia el norte, siguen persistiendo. Por lo que es necesario una nueva ley, pero también encontrar una fórmula que permite detener la violencia en los países centroamericanos y también la pobreza.
Una prospectiva
Ante la coyuntura actual de la migración habría que preguntarse ¿Qué quiere el presidente Donald Trump? ¿Qué hace el gobierno mexicano?
Los migrantes están atrapados entre su deseo de huir de la violencia y la pobreza de sus comunidades y la posibilidad de llegar a Estados Unidos; la vía es por la frontera sur, porosa pero peligrosa. La realidad es que el camino hacia el norte, comienza desde el sur.
Donald Trump a juzgar por su lenguaje y por la intensión de construir un muro, tal parece que no quiere atacar las causas de la migración sino utilizarla como moneda de cambio para lograr la reelección.
México no quiere perder competitividad internacional ni las ventajas competitivas que le ofrece el recién negociado T-mec que Trump amenaza con cancelar.
Estados Unidos insiste en detener el flujo desde -un viejo anhelo- el Istmo de Tehuantepec. La razón es muy sencilla; la frontera sur es porosa y tiene además menos de mil kilómetros de longitud. En cambio el Istmo de Tehuantepec solo tiene 200 kilómetros de longitud. Es decir, se tendrían al mismo dos lugares de control. Uno por la porosidad sería menos eficiente, pero el otro, ofrecería mejor control.
Chiapas es un corredor para la migración centroamericana. Primero fueron las guerras civiles las que expulsaban a los ciudadanos centroamericanos, luego fueron los desastres naturales, la violencia y la pobreza. Las vías fueron el tren, “la bestia” y ahora lo son las caravanas.
Los migrantes son moneda de cambio y lo seguirán siendo si no se atienden las causas que generan la migración: pobreza, violencia y el deseo de salir de ellas. Nada supone que esa situación cambie en el corto plazo.
¿Qué deberíamos hacer los ciudadanos?
Intentar comprenderla, evitar la xenofobia y se puede, tenderle la mano a quien desesperadamente busca apoyo que en su lugar de origen no tiene.