Óscar Gutiérrez
TUXTLA GUTIÉRREZ, CHIS. – A golpe de pala y marro, entre el esfuerzo y la esperanza, el niño estudiante Francisco Ventura López sueña un día con estudiar en la universidad y “ recibirse” de arquitecto o médico para superarse y ayudar a su familia y a las personas necesitadas que carecen de oportunidades de desarrollo.
El clima de Comitán de Domínguez es abrasador y fatiga todavía más cuando la actividad a la intemperie se realiza en contacto con materiales de construcción, como ocurre con Francisco de 10 años de edad, que ayuda a su padre en la albañilería.
A la perseverancia y el esfuerzo físico de cargar botes rellenos de cemento, calhidra y trasladar ladrillos y bloques, el niño suma su dedicación y empeño en sus estudios de educación primaria en los cuales ostenta 9.7 de promedio de calificación.
En vacaciones escolares de julio y agosto, el menor aprovecha al máximo su tiempo y aumenta las horas de su jornada al lado de su progenitor. Al mediodía, la hora del pozol ( bebida de maíz y cacao), Francisco crea un espacio para el juego y la reflexión.
Con ladrillos, alambres y restos de varillas “ensaya a construir casas”. Acomoda y distribuye los materiales como si de una vivienda se tratara. “ Así es como sueña y prepara el camino para un día ser arquitecto”.
Otras veces , sentado sobre bultos de cemento y cubetas hunde la mirada hacia un punto lejano. Sonríe y los ojos se le vuelven más expresivos. Enseguida vuelve a su labor.
Enfundado en pantalón de mezclilla, camisola de vinil y botas de hule, Francisco no cesa de preparar la mezcla de material, con cal, cemento y arena, que en medias cubetas aproxima a su padre que pega muros y paredes.
La familia del infante le ha inculcado los valores de la honradez y la dignidad, con el trabajo, el estudio y la dedicación.
Las imágenes del pequeño peón de albañil y estudiante se han viralizado y ninguna institución educativa se ha comprometido a proporcionarle ayuda para que tenga ciertas facilidades de estudios.