Testimonios recogidos en las últimas semanas por personal de MSF que brinda atención médica y psicológica a migrantes que transitan por el sureste de México dan cuenta de secuestros, tortura, violencia extrema, tratos crueles y agresiones sexuales con fines de extorsión a los que está siendo expuesta esta población.
En menos de un mes, MSF brindó atención a 11 migrantes que fueron víctimas de secuestro y tortura.
Esta cifra es igual al número total de casos de secuestro atendidos en los primeros ocho meses del año en ese punto de atención.
Los sobrevivientes narraron en consulta médica y psicológica haber sido llevados a casas abandonadas donde fueron obligados a quitarse la ropa, fueron atados con lazos durante horas, expuestos a la intemperie a altas temperaturas y bajo las inclemencias del tiempo a cambio de que proporcionaran los números de teléfono de sus familiares.
“Con el fin de extorsionar a sus familiares, los someten a golpizas. Atendimos pacientes que recibieron impactos de arma de fuego, agresiones con armas blancas, agresiones sexuales y otras torturas como descargas eléctricas en áreas genitales y el ano.
Varios de ellos relataron que fueron obligados a presenciar violaciones a sus compañeros.
Lo que estamos viendo es un crecimiento exponencial de los secuestros en esta área y un aumento en la crueldad y los métodos de tortura que emplean los grupos delictivos que operan en esta zona”, menciona Gemma Pomares, responsable de actividades médicas de MSF en Tenosique.
En los últimos días MSF ha advertido que las políticas sistemáticas del Gobierno Mexicano basadas en la criminalización, persecución, detención y deportación en aras de contener los flujos migratorios hacia la frontera norte condenan a la población migrante a la clandestinidad y a tomar rutas cada vez más peligrosas.
Estas medidas están exponiendo a más mujeres, niños y hombres a bandas criminales que operan con impunidad a lo largo del territorio mexicano y en particular en la ruta de Guatemala a Tenosique y, como ha reportado MSF, en las ciudades tamaulipecas de Nuevo Laredo y Matamoros en la frontera con Estados Unidos.
“Era cuestión de tiempo para que los altos niveles de violencia que ven nuestros equipos en la frontera norte contra la población migrante y refugiada se trasladara al sur del país. Lo que estamos viendo son las consecuencias humanitarias del endurecimiento de las políticas migratorias, diseñadas para infligir un mayor sufrimiento a las miles de personas que buscan desesperadamente salvar sus vidas.
La falta de protección y crueldad con la que están siendo tratados es inaceptable”, afirma Sergio Martín coordinador general de MSF en México.
Desde 2012 MSF ha provisto de cuidados médicos y psicológicos a migrantes y refugiados, principalmente de Honduras, Guatemala y El Salvador a lo largo de la ruta migratoria mexicana.
Los equipos han ofrecido asistencia en los estados de Baja California, Tabasco, Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca, Chiapas, Hidalgo, Estado de México, San Luis Potosí, Jalisco y Ciudad de México.
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