Tejer es para las mujeres, oía decir Alberto cada vez que daba a conocer su deseo de bordar como lo hacían su mamá y sus hermanas.
A pesar que desde temprana edad se interesó por los bordados que hacía su madre, fue hasta los 25 años, que Alberto López Gómez, indígena tzotzil de la comunidad Juxton municipio de Aldama en la región de Los Altos de Chiapas, decidió que estaba listo para enfrentar los prejuicios y aprender el tejido en telar de cintura y el bordado a mano, actividad considerada solo para mujeres.
Fascinado por los colores de la tradición de tejidos artesanales de su etnia Tsotsil, Alberto decidió no hacer caso a las voces que se oponían a su decisión y decidió aprender el oficio de tejer.
“Yo creo que lo llevaba en la sangre, porque yo veía, siempre estaba cerca con mis hermanas y mi mamá cuando bordaban, lo veía muy bonito cuando lo hacen, por eso decía, algún día quiero aprender y voy a trabajar en eso; y llegó el día”.
El camino para Alberto no fue fácil puesto que los usos y costumbres de su comunidad implicaban que abandonara el pueblo por practicar oficios propios de las mujeres, pero Alberto no claudicó y aunque al principio trabajaba encerrado “entre cuatro paredes, en la casa” hoy su trabajo como tejedor y diseñador se expondrá en Boston, en la Universidad de Harvard y en el desfile American Indian Fashion Through the Feathers.
Además, con su trabajo Alberto está cambiando las costumbres de las comunidades de los Altos de Chiapas en donde la vida diaria es dictada por los “usos y costumbres”. Con Alberto trabajan 150 personas de cinco comunidades de su municipio; entre ellos ocho hombres y cuatro niños; incluidos dos de sus hermanos.
“No hay trabajo para los hombres” dice Alberto, las labores del campo no alcanzan para el gasto de la familia. Eso y su trabajo han roto los estereotipos.
Sencillo, sorprendido por su repentina fama estatal y nacional, pero atento y amable; Alberto cuenta que se dedicaba a las actividades del campo en su paraje del municipio de Aldama, ubicado a 21 kilómetros de San Cristóbal de las Casas.
Hace apenas cinco años que decidió dejar los prejuicios atrás y comenzó a trabajar con textiles tradicionales porque afirma; se siente muy orgulloso de sus orígenes.
Fue su madre, la que luego de sorprenderse por la decisión de su hijo, decidió apoyarlo y a enseñarle todos los secretos del oficio. Ella le enseñó a combinar colores, a escoger las plantas para prepararlas y combinarlas y con ello darles el peculiar colorido a los bordados tsotsiles.
Es a ella a quien le debe la pasión por el oficio, afirma Alberto.
Incluso afirma que nunca tuvo la oportunidad de ver y hojear una revista de diseño, no porque no quisiera, sino porque en su casa, ni televisión hay, incluso la comunidad es tan pobre, que no hay ni señal para celulares. Todo es inspiración; “todo nace de mi corazón”, afirma orgulloso.
Al ver sus diseños, las mujeres de la comunidad comenzaron a acercarse a Alberto pidiéndole colaborar con él y formar un colectivo. Alberto sorprendido solamente les dijo que el camino sería largo y difícil, pero si se apoyaban entre todos, el prometía luchar para que el trabajo textil de su comunidad fuera conocido por el mundo.
La única premisa que Alberto exige sin condiciones a sus asociados es el bordado completamente artesanal con el “telar de cintura” sin uso de máquinas y es que Alberto dice que hay que “cuidar la textura”.
Divertido, expresa su sorpresa y satisfacción porque muchos hombres preguntan por su trabajo y le piden que les enseñe el oficio. Y es que dice que le comentan que ven a sus esposas “ganar dinero” y por eso, ellos quieren hacer lo mismo sin abandonar las tareas del campo, pero también sin importarles lo que digan en la comunidad.
Hoy el éxito para Alberto a sus cortos 31 años es total; su trabajo, contenido en su marca denominada “K’uxul Pok” que en tsotsil significa “prenda viva” ofrece blusas, huipiles, cojines, gabanes, manteles, monederos y playeras. Hoy su clientela es de todo el país e incluso extranjeros que ven las fotografías de su trabajo en las redes sociales.
Tan pronto como se conoció su trabajo en redes sociales, a Alberto lo han llamado para exponer sus diseños en varias ciudades de la república mexicana. Ciudad de México, Puebla, Campeche, Cuernavaca, Querétaro, Colima y Tulum, son algunas de las ciudades en donde se ha expuesto su trabajo a petición de textileros y promotores culturales.
Los diseños de Alberto han cruzado las fronteras mexicanas, la de los prejuicios y las de la pobreza extrema y además, mucho más gente de las comunidades de su municipio se suman a su cooperativa.
Aldama es uno de los municipios más pobres de Chiapas. Alberto como muchos de sus paisanos solamente tiene estudios hasta la preparatoria, puesto que la educación superior no ha llegado a su tierra. Aldama además sufre conflictos intracomunitarios que han tenido el efecto de generar desplazados internos. El diseño artesanal se convertido en una alternativa para incrementar el ingreso familiar.
Afable, Alberto insiste en que el éxito no solo fue tomar una decisión de vida, sino también el hecho de no esconderse ante los demás. Su talento superó todo.