Samuel Revueltas
Salió de blanco y negro pero la cubría un verde esperanzador.
Sin decir agua va, ahí estaba enmedio del escenario del majestuoso Teatro de la Ciudad “Emilio Rabasa” la artista: Julieta Venegas. El estruendoso aplauso fue al unísono.
Sola, solita, como las grandes, tomó el piano y la velada empezó desde lo más sincero de su ser; canciones de ella, para ella, inéditas, sin grabarse, que ahora compartía en un escenario chico para el tamaño de cantante, pero ideal para cumplir su deseo de intimidad.
Las mil 186 personas, fans y acompañantes, contemplaban el deslizar de sus dedos por el melódico instrumento, apreciando al tiempo la voz de mezzosoprano. A un costado, esperando, tres instrumentos aguardaban su momento: una guitarra, el ukelele y su famoso acordeón.
Entre pieza y pieza, las canciones más comerciales hacían que el público del auditorio, joya de la arquitectura diseñada por Abraham Zabludowsky, coreara sus melodías:
La sombra que pasa
la luz que me abraza
tus ojos mirándome.
La calle que canta su canto de diario
el mundo moviéndose.
Y yo sé, que tienes miedo
y no es un buen momento para ti
y para esto que nos viene sucediendo.
Eres para mí…
“Lento”, “Despedida”, “Andar Conmigo”, sus dotes de compositora y cantante se disfrutaban. Imponerse al piano, sujetar el acordeón, sostener la guitarra y el ukekeke, era gustoso ver a la música ejecutar con pasión. En momentos jocosa, espontánea y graciosa, mostrando su lado actoral, pero faltaba uno de sus lados…
Un minuto con 48 segundos bastaron para conocer su poderosa y necesaria postura política: la Julieta feminista, con un mensaje justo en un contexto de violencia, desapariciones y ejecuciones de mujeres asesinadas por el simple hecho de haber nacido mujeres en México.
“También quisiera contarles yo cómo me posiciono en el tema de las mujeres, quiero decirles que lo que pasa en nuestro país con las mujeres es súper duro, es muy tremendo y no es normal ver la cantidad de violencia que hay en las mujeres”.
Hay que decirlo, hubo gritos de mujeres emocionadas, pero también caras de indiferencia.
“Creo que nos toca como sociedad empezar a repensar todo lo que aprendimos, todo lo que damos por hecho, porque así es la costumbre. Yo creo que la costumbre puede cambiar, se puede repensar, puede ser que lo que estamos aceptando como un hecho pues ya no sea así, porque las mujeres ya estamos cambiando y la sociedad ya está cambiando. Yo me posiciono del lado de la mujer, me posiciono a favor del aborto, me posiciono del lado de la marea verde”.
El aplauso de medio teatro frenó dos segundos su discurso y continuó:
“Creo que nos toca pensar por nosotros, por nuestros hijos e hijas, por nuestras nietas, por toda la gente que viene; también pensar que como país podemos cambiar y que podemos volver a pensar las cosas”.
No faltó el imprudente que le gritó “feminazi”, que poco o nulo eco tuvo ante la presencia de una artista completa: compositora, cantante, música, actriz y feminista.
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