Sonia Gerth.- CIMACNoticias
Ciudad de México. La Red por los Derechos de la Infancia (Redim), junto con colectivos de búsqueda, recordaron en un evento en línea la situación de hijas e hijos de personas desaparecidas durante la pandemia. Según cifras de la Red, en el país se conocen más de siete mil casos de menores de edad desaparecidos. Diariamente desaparecen cuatro niñas, niños y adolescentes, y cada día son asesinadas 3.6 niñas, niños y adolescentes.
De acuerdo con la Ley General de Víctimas mexicana, las y los hijos son víctimas porque sufrieron un perjuicio directo. Tienen derechos a reparación, readaptación, satisfacción y no repetición, entre otros. En 2012, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas hizo una recomendación, en la que señaló que también deberían de recibir las mismas prestaciones sociales a las que tendrían derecho si hubiese fallecido el padre o la madre, sin que éstos hayan sido declarados muertos, así explicó Satiago Corcuera Cabezut, quien representa a México en estos órganos internacionales.
Sin embargo, en México se sigue viviendo una violencia criminal e institucional que genera las desapariciones forzadas, lamentó Eliana García Luna, defensora y acompañante de familiares quien actualmente trabaja en el Senado de la República. “La crisis de salud puede convertirse en una crisis de derechos de la niñez”, advirtió la psicóloga clínica Marisela Escamilla Garza, quien trabaja con hijas e hijos de personas desaparecidas para CADHAC (Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos).
“Las niñas, niños y adolescentes son los mas afectados, muy vulnerables”, narró, “ya venían con una dificultad económica. El aislamiento de la sociedad hacia ellas y ellos, se ha exacerbado”. El equipo de CADHAC intenta mitigar los efectos en las familias, haciéndoles llegar materiales como lápices de colores, juegos, libros de cuentos, y despensas. También dan instrucciones vía telefónica, para reforzar los vínculos familiares o explicar las medidas de higiene, cómo lavarse las manos etc.
Sin embargo, la desaparición de sus madres o padres, y la dedicación de la abuela u otras familiares a la búsqueda, ha empeorado la situación económica de las familias, lo que les coloca en una situación de absoluta vulnerabilidad con la pandemia. “Las niñas y niños expresan un gran temor a la situación económica. Muchas personas cuidadoras han perdido sus trabajos. Se dedicaban a trabajos ambulantes, y ahora tienen miedo de no poder comer. ¡Es lo que más preocupa, antes de la salud! Una persona me dijo, ‘prefiero morir de Coronavirus que morir de hambre‘“, contó Escamilla Garza.
Las familias tendrían problemas de pagar los servicios, el agua o la luz. En algunos casos, no tienen agua todo el tiempo, y no saben cómo lavarse las manos. “Hay síntomas de angustia, de incertidumbre, desesperación. Tienen insomnio, reportan pesadillas constantes, irritabilidad, temores, frustración. Estos síntomas que adultos presentan todos los días, se transmiten a las niñas, niños y adolescentes, creando un ambiente muy tenso en casa“, narró.
“Están más traviesos, se pelean más con los hermanos, hay mucha desobediencia, más gritos en la casa. Si nuestras necesidades básicas, hambre, sueño, cobijo, si esto está en orden, nuestro cuerpo va a funcionar bien, pero si no, se nos desequilibra nuestro sistema de salud”, explicó la psicóloga.
García Luna agregó que en los colectivos de búsqueda de Veracruz, las hijas e hijos que están en casa, que ven como están buscando las abuelas a los padres, la mamá al padre desaparecido, “esto crea una enorme instancia de duelo colectivo. Muy pocos le hacen caso a lo que viven las niñas, niños y adolescentes, están ahí como abandonados. Es un fenómeno que una madre que busca a un hijo, generalmente descuida el otro, por la angustia”.
Contó que con el apoyo de la iniciativa “El Día después”, se armó una campaña para recaudar fondos, víveres y medicamentos en beneficio de familiares de personas desaparecidas en diferentes estados del país. #YoApoyoParaEncontrarles es una iniciativa que apoya a 721 personas, de 34 colectivos de todo el país que ahora tienen necesidad de comprar alimentos, pagar renta y servicios y adquirir medicinas. De esas 721 personas, 328 son abuelas o abuelos que cuidan a sus nietas y nietos.
“Sabemos que las niñas, niños y adolescentes que no van a la escuela por mucho tiempo, se les dificulta regresar”, agregó Escamilla Garza, “corren con más riesgo de ser víctimas de explotación, abuso, o violencia. No podemos dejarlos de lado. ¡No podemos olvidar a las niñas, niños y adolescentes!”
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