Por Samuel Revueltas, Gustavo Caballero, Gabriela Coutiño, Isaín Mandujano y Ángeles Mariscal

En Chiapas hay prisa entre las autoridades locales por bajar, de golpe, las cifras de muertes por COVID-19. En sólo dos semanas, según autoridades de salud, la cifra de contagios al día bajaron 40 por ciento. La realidad que manifiesta la población es otra, cientos de personas denuncian el contagio y muerte de sus familiares, en sus viviendas, sin atención médica, sin que les hayan hecho la prueba a pesar de tener los síntomas de la enfermedad.

Sus casos no son registrados. Son los muertos que no contaron en la determinación para que el estado pasara de rojo a naranja en el semáforo de contagios, lo que legitimará que el 1ro de julio se abran establecimientos no esenciales y se “reactive la economía”, al costo que sea.

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La colonia COVID

Entre el 24 y 25 de junio, en el Panteón Municipal de San Cristóbal de Las Casas, seis personas fueron sepultadas en lo que los trabajadores del lugar llaman “Colonia Covid”, un lugar destinado a personas que fallecen a consecuencia del nuevo coronavirus.

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En las cifras oficiales de la Secretaría de Salud, únicamente está el registro de dos casos. Sólo en esa ciudad, datos conservadores indican que al menos, dos de cada tres personas que fallecen por el virus, no aparecen en las cifras oficiales, aún cuando sí hay un certificado que indica la causa de su muerte.

A este subregistro se suma el de las personas que fallecieron sin que les hicieran la prueba, y las que fueron incineradas y no se encuentran en las cifras de los cementerios.

Las defunciones en San Cristóbal de Las Casas registraron un ascenso gradual a partir de marzo, mes en que inició la pandemia por el COVID-19 en Chiapas. Manuel de Jesús Ruiz Borraz, administrador del camposanto, explicó que antes de la pandemia, cada mes había en el lugar 35 inhumaciones.

A partir de marzo la cifra se disparó. Ese mes subió a 45, en abril fueron 65, en mayo 170 y hasta el 26 de junio, sumaban ya 100 entierros. Es decir, hubo en este periodo 379 personas que fallecieron. Se multiplicó el número de fallecimientos.

De las fosas que se habilitaron en la “Colonia COVID”, un 30 por ciento ya está ocupado. Ahora se buscan nuevos espacios para los entierros. Una situación que se repite en la capital de Chiapas, donde ya se construyen al menos 52 fosas verticales en el Panteón San Marcos.

 

Una fuente oficial informó que serán 200 los espacios que se ordenaron realizar,  para poder dar cabida a las personas que fallezcan en la capital de Chiapas, donde se presenta el más alto índice de contagios en el estado.

“Espere a que tenga más síntomas y vuelva a llamar”

Marcelino (N) sintió los primeros síntomas entre el 4 y 5 de junio. Llamó al 911 (teléfono de emergencia), le dijeron que esperara a tener más signos porque “no calificaba” para la prueba que indicara si estaba contagiado de COVID-19, que esperara a tener más síntomas.

Para el 8 de junio “sentía que le faltaba la respiración, su esposa y yo (su nuera) llamamos al 911. Nos preguntaron si era COVID y expliqué que no le hicieron la prueba, que le dijeron que esperara a tener más síntomas. Le explicamos que le faltaba la respiración y su corazón estaba muy acelerado”.

Les pidieron esperar a que llegara una ambulancia. Pasó media hora sin que llegara. Al hablar de nuevo, les mencionaron que no había una disponible. Sus familiares contrataron una ambulancia particular y se dirigieron a la Clínica COVID del Polyfórum.

“Primero los policías no dejaron pasar a la ambulancia, porque estaba lleno el lugar. Luego de un rato nos dejaron pasar, lo medio revisan y le dijeron que sí era COVID, pero no quisieron hacerle la prueba. Nos mandaron al hospital Gómez Maza sin ningún diagnóstico por escrito. En ese lugar nos dijeron que no podían recibir ningún paciente COVID. Volvimos a regresar al Polyfórum, no nos dejaron pasar, dijeron que lo lleváramos a la clínica COVID de Villaflores o a San Cristóbal, donde probablemente lo podrían recibir. No lo atendieron”.

Marcelino y su familia, a bordo de la ambulancia particular, regresaron por segunda ocasión al hospital Gómez Maza. Nuevamente se negaron a recibirlo. “Nos dijeron que le consiguiéramos oxígeno y regresáramos al otro día. Por último intentamos que lo recibieran en el ISSTECH. Tampoco lo recibieron. Ya eran las 7 de la noche cuando regresamos a la casa”.

Murió pocas horas después, en su hogar, cuando acabó el oxígeno que traían los paramédicos de la ambulancia, “ya no conseguimos más oxígeno, y ya no aguantó, se ahogó”.

La nuera de Marcelino es una de las 273 personas que aceptaron participar en el muestreo que los portales informativos Chiapas Paralelo, Alerta Chiapas y Gabriela Coutiño Periodismo en Libertad, realizaron durante la semana del 22 al 27 de junio, para que familiares de personas que fallecieron por COVID-19 dieran a conocer su situación.

“A mí me da coraje que dicen en la tele que se informen, que vayan a las Clínicas COVID y los van a atender. La verdad es que no los atienden, los dejan morir. Me da coraje que digan que estamos en color naranja, no es cierto, sigue muriendo mucha gente porque los están dejando morir. No los están atendiendo ni les están haciendo las pruebas. Yo lo vi, yo lo viví”, concluye.

Fallecimientos, sin prueba y sin registro

El secretario de Salud de Chiapas, José Manuel Cruz Castellanos, asegura que hacen la prueba para detectar el virus sólo a una de cada 10 personas que llegan a las Clínicas COVID con dos o más síntomas -fiebre, tos, falta de oxigenación, falta del sentido del olor o el gusto-; según con el modelo de seguimiento que llaman “Centinela”.

En el caso de los fallecimientos,  de acuerdo con el muestreo que se realizó para este reportaje, no se hicieron las pruebas para detectar el virus al 64.3 por ciento de las 273 personas fallecidas, cuyos casos detallaron los familiares. Uno de cada cuatro fallecidos ni siquiera tuvo acceso a un hospital.

Cruz Castellanos ha sido cuestionado en diversas ocasiones sobre el subregistro. “No tiene caso llevar una muestra a laboratorio, porque la muestra ni cura, lo único que hace es preocupar más al paciente. Nosotros preferimos decirle aquí están los tratamientos, tómatelos.”, declaró el 24 de junio.

Este subregistro dio paso a que en la tercer y cuarta semana de junio el número de contagios diarios oficialmente reconocidos, bajara en un 40 por ciento. Esta aparente disminución de contagios legitimó el que Chiapas pasara en el semáforo de riesgo epidemiológico de estar en la fase roja -riesgo máximo- a la naranja -riesgo alto-.

Si en Chiapas el número de casos al día bajó en sólo dos semanas, “se debe -dijo el secretario en la conferencia del 28 de junio- a que hace un mes la Secretaría de Salud implementó un barrido en cabeceras municipales casa por casa con la aplicación de muestras, que al dejar de hacerse, por lógica hizo que descendiera el número de positivos”. Es decir, bajaron los casos, entre otras razones, porque se dejaron de hacer pruebas.

Y sobre el subregistro de muertes, prefirió denominarlo “una compensación”. Argumentó que algunos contagios son de personas que no son originarias de Chiapas y por tanto, esos casos los reportan sus estados de origen y no esta entidad.

Las cifras que declara el secretario tampoco corresponden a las que el gobierno federal informa en las estadísticas de contagios por estado. Por ejemplo, el 28 de junio en el portal de Salud federal, Chiapas tenía el registro de 525 muertes. Ese día Castellanos declaró durante su conferencia de prensa sólo 281 fallecimientos por coronavirus; es decir, un 50 por ciento menos.

Ante la discrepancia, el funcionario argumenta que instituciones como el IMSS e ISSSTE “reportan directo a la Ciudad de México, y no necesariamente se registran acá (en Chiapas)”.

¿Subregistro intencional?

La de Luis (N)  es una muerte por COVID-19 que, pese a tener la prueba de contagio y el Acta de Defunción que indica la muerte fue por COVID-19, nunca se visibilizó en las cifras de la Secretaría de Salud.

José, hijo de Luis, ha dado seguimiento a las cifras que emite el secretario José Manuel Cruz Castellanos, desde aquel 4 de junio en que se dio el fallecimiento. Asegura que a la fecha no ha aparecido el registro de su muerte.

Otro caso se registró en el municipio de Comitán. Una familia perdió a cinco personas de 45, 51, 87, 65 y 73 años. “De los cinco tíos que han fallecido, solo dos están anunciados por el secretario de Salud. Infectados en la familia hubo alrededor de 40 personas, las cuales sólo les quisieron hacer la prueba a unos 12, actualmente activos en la familia hay cuatro. Todos mis amigos igual tienen familia que ya falleció de COVID”, detalla una persona que participó en el muestreo para este reportaje.

Otros testimonios señalan; “no hubo prueba, no la recibieron porqué según ya nada se podía hacer”, “a pesar de llevar dos días con complicaciones respiratorias severas, las autoridades sanitarias siempre encontraban el modo de posponer la prueba, hasta que falleció sin aclarar que tenía la enfermedad o no”.

“La prueba costaba 4 mil y en la clínica COVID de Tapachula, ya no había espacio para que la atendieran. La llevamos a casa y ahí falleció mi abuela, fallece a los 12 días de que falleció mi madre, la misma situación… la misma”, señala otro testimonio.

La realidad que viven miles de familias en Chiapas, donde personas enferman y fallecen, es invisibilizada. Y no es impedimento para que, a partir de este 1 de julio, se abran espacios públicos y comercios, lo que en otras naciones sólo se hizo hasta que hubo una disminución real de contagios y muertes.

La estrategia de atención a la pandemia en Chiapas no escapa de los tiempos y jugadas políticas. En tiempos de coronavirus, la vida de las personas se colocan sin pudor como piezas de ajedrez. 

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