Medicación y automedicación, buscando sobrevivir

Por Isaín Mandujano, Ángeles Mariscal, Gustavo Caballero, Gabriela Coutiño y Samuel Revueltas

Al menos 15 de cada 100 personas que en Chiapas se contagian de COVID-19, mueren. La lucha por la sobrevivencia ha llevado a quienes enferman, y a quienes tratan de no hacerlo, a una búsqueda, a veces desesperada, por encontrar un medicamento o algún producto que les permita sobrevivir. El gobierno también hace lo suyo, experimentando con medicamentos y estrategias que llegan a violar protocolos de salud. Se trata, según especialistas, de experimentar “a prueba y error”.

Tés de diversas hierbas y especias, como canela, ajo, jengibre, cúrcuma, ajo, cebolla, equinácea o limón, vitamina C como adimod, pulamrón y otros, dióxido de cloro, ivermectina y hasta productos Omnilife o Herbalife. De todo echan mano para fortalecer su sistema inmunológico y prevenir el contagio del coronavirus, o si éste les da, al menos que no mueran.

La mayoría sin receta médica, según un sondeo con usuarios de redes sociales consultados expresamente sobre qué estaban tomando para prevenir o amortiguar el efecto del COVID-19.

Algunos refirieron que cocinar todo lo que pueden con ajo y jengibre picado, les ayudará a su organismo. Otros, como Martín Mendoza, confían en tratamientos como baños con vapor y plantas calientes: romero, eucalipto, canela, ocote, laurel, entre otros. Tomar muchos tés y comida “más natural”.

Mónica Cisneros Ramos dice consumir, desde febrero, vitamina C. Inició por un cuadro de alergia, su médico le recomendó seguirla consumiendo para reforzar el sistema inmune y disminuir la gravedad del contagio. “Todos los médicos que he consultado me han dicho lo mismo”, señala.

“Yo de por sí tomaba tés y procuro comer lo más saludable posible; mucha agua de frutas naturales, limonadas, verduras sólo, pues ya no hay de otra y el ejercicio”, dice Rocío Bolena.

Algunos como Sandra Urania Moreno Andrade apelan a la ejercitación física: “Yo tomo media hora haciendo ejercicio en la escaladora, otros 30 minutos en la bici fija, tomo desayuno, comida y cena saludables; tomo sólo aguas frescas y tomo un sueño reparador”.

Elizabeth Cancino toma “lo que están recomendando”, té de jengibre con canela, limón, tezacate y ciprés. Además del té de momo, mumo u hoja de hierba santa.

Personas como Esperanza Lucas Zárate, recurren a la medicina homeopática, pero Viridiana Borralles aconseja practicar yoga, ejercicios de respiración y la pura alimentación. “Con resultados favorables, sin efectos secundarios. Además de una alimentación consciente y saludable”, señala Lucas Zárate.

Tania Corzo dice que toma té de cúrcuma, jengibre, pimienta, canela y miel. Y cuando tuvo COVID, tomaba infusiones de jengibre, ajo, limón, canela y lo que había en casa. No ha comprado nada en la farmacia, más allá del paracetamol y las aspirinas que ya tenía en su casa.

 Zunñun Liévano es partidario de la ozonoterapia, pero otros más recurren al “biomagnetismo medicinal”, para prevenir o curarse el COVID. O “lo que a algún amigo o familiar cercano les ha funcionado y que padecieron el virus”.

Aleyda Galdámez toma redoxón por recomendación de su hermana médico, quien le dijo que es para tener su sistema inmunológico fortalecido.

Los más arriesgados, como Mireyda Domínguez, toma dióxido de cloro (MMS); asegura que se lo recomendó su doctora como preventivo, y que después de tomarlo por un mes, ya hasta suspendió sus medicamentos para la presión, no ha subido de peso “y ya puedo dormir bien”. Lo mismo toma Juan Antonio Gutiérrez.

El dioxido de cloro también conocido como «Suplemento Mineral Milagroso» (MMS), desde hace varios años se ha promocionado como un remedio para atender enfermedades que van desde malaria, a la diabetes y asma, el autismo o incluso el cáncer. Sin embargo, ninguna institución sanitaria lo reconoce como medicamento.

La ivermectina, un medicamento que es usado para la prevención y tratamiento contra ciertos parásitos internos y externos en varias especies, también se está usando no sólo para el tratamiento del COVID-19, sino como medida de “prevención ante contagios.

En farmacias este medicamento se ha escaseado, por ello, por ejemplo, en municipios de la zona Costa, usuarios reportar que están usando la ivermectina de uso veterinario, y que su costo se ha elevado

Otros, como Ervin Alcázar, dicen no tomar nada, que lo hará hasta que se contagie. “Empezaré a tomar té y medicamentos que me indique el neumólogo, acompañado de estudios y radiografías, es lo que creo correcto. No voy a comprar medicamentos antes, tampoco oxígeno, pues al hacer ese tipo de cosas le quitamos a otros, ya graves, la oportunidad de hacerlo”.

Casa por casa, ¿la opción?

Buscar los casos de COVID directamente es los hogares, fue el planteamiento de la Secretaría de Salud para cortar la cadena de contagio en Chiapas, con la aplicación de un test y la entrega de medicamentos para quien presente síntomas.

Chiapas Paralelo, Alerta Chiapas y Gabriela Coutiño: Periodismo en Libertad localizaron las brigadas para conocer el método aplicable. La búsqueda arrojó diversos criterios.

 

En San Pedro Progresivo, en Tuxtla, un grupo de tres personas ajenas a la labor médica realizaban preguntas a los habitantes buscando posibles casos de coronavirus, entre ellas si han tenido pérdida del olfato y del gusto; dolor de cabeza, de tórax y muscular; fiebre y diarrea. En un curso que tomaron previo a obtener el trabajo, les enseñaron que si localizan tres o más síntomas tienen que dar aviso a otra brigada con personal médico para que otorgue los medicamentos.

A Mara, habitante de la colonia 24 de Junio, que manifestó síntomas, sin hacerle una prueba le dejaron indometacina, paracetamol, azitromicina, ivermectina, oseltamivir y calcio para cinco días de tratamiento. La atendió una médico y le dejó una receta con las indicaciones, quien pidió grabar un video agradeciendo por esta acción al secretario de Salud, José Manuel Cruz Castellanos.

 

En Ocozocoautla, a la vivienda de Ednita Montoya pasaron dos hombres, se identificaron como trabajadores del IMSS, le hicieron un test similar al antes descrito con preguntas adicionales como cuántas personas vivían en el hogar y las edades.

Comentó que su hija tenía dolor de garganta y eso fue suficiente para que le dejaran un kit con cubrebocas, gel antibacterial y jabón de manos; y solo paracetamol de medicamento, sin receta. En otras viviendas, este apoyo no fue aceptado porque la brigada solicita fotografías al momento de la entrega.

Para conocer la base científica y teórica que le dé sustento a esta propuesta de brigadeo casa por casa y el porqué de los distintos criterios, se buscó al titular de la Secretaría de Salud. No hubo respuesta.

En un video difundido el 9 de julio, José Manuel Cruz Castellanos expresa que los coordinadores comunitarios en salud recibieron una capacitación previa. Un comunicado que lo acompaña, precisa que son 125 mil casas ya visitadas y mil 486 kits de medicamentos entregados.

A prueba y error

El mayor indicativo de que el tratamiento estaría funcionando, es la disminución de muertes, y eso, no está pasando, señala enfática Rosa Margarita Durán García, doctora en Ciencias en Salud Pública y Epidemiología por la Universidad de John’s Hopkins.

En entrevista para este reportaje, la maestra en Ciencias en Epidemiología y Bioestadística, además de exfuncionaria de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), refiere que todavía no hay una terapia efectiva para los pacientes con COVID. La forma en la que se está tratando, “es por prueba y error”.

Explica que ha observado que el Sector Salud está usando los medicamentos como forma de prevenir, “cuando en realidad no se pueden usar para prevenir. Por ejemplo, solo si se presenta neumonía, se debe dar medicamento para tratarla, porque el uso de antibiótico tiene muchos efectos colaterales”.

Lo cuestionable -señala- es la forma en la que el Gobierno de Chiapas está tratando de contener la pandemia. Las brigadas de búsqueda donde se está mandando medicamento de uso delicado, y dejarlo sin un seguimiento detallado hacia las personas que lo reciben, para ver si está produciendo problemas y en última instancia, si ven que no está funcionando, retirarlo.

“La realidad es que la mortalidad no baja, al contrario, se ha incrementado el índice de letalidad. Si funcionaran por completo estos medicamentos, no se moriría tanta gente, porque ya tienen algunas semanas aplicando esta terapia, y se estarían salvando montones de vidas”.

No hay nada probado, no hay vacunas tampoco. El único medicamento que se ha aplicado para pacientes muy graves, con relativo éxito, es el remdesivir. La biofarmacéutica Gilead Sciences informó que el 7,6 por ciento de los pacientes enfermos de coronavirus y tratados con remdesivir, murieron en comparación con el 12,5 por ciento de los que recibieron otros tratamientos. Sin embargo, para el 1 de julio, Estados Unidos había comprado casi toda la existencia mundial del fármaco.

Similar opinión lanzó Héctor Javier Sánchez Pérez, investigador titular del Colegio de la Frontera Sur, quien advirtió que al generar una errónea percepción con los brigadeos, puede desencadenar factores adversos, como el que la gente acuda a una instancia médica demasiado tarde por la ingesta de solo paliativos.

Ir casa por casa no es la opción –enfatiza- menos en las comunidades y pueblos indígenas, donde el nivel de confianza hacía el personal institucional es poca, lo que ha derivado actos de violencia ante la creencia que lo que pretende es contagiarlos del virus.

Automedicación, riesgo acumulado

La especialista Rosa Margarita Durán García analiza que la automedicación es un riesgo acumulado. “Desafortunadamente no tenemos un esquema de medicamento que sea efectivo. Cada persona, tratando de ver cómo sobrelleva las cosas, le adjudica a lo que ha tomado los cambios positivos que presenta”.

Añade que no hay certeza de que es por lo que toma de manera independiente, que se va sintiendo mejor, ya que un porcentaje elevado de personas que se contagia, transita de por sí, sin ningún problema, sin complicaciones.

Explica que tomar antibióticos o antiparasitarios sin seguimiento médico, o por automedicación, “es peligroso porque estos generan resistencia a los gérmenes, y corre el riesgo como está pasando ya con la tuberculosis, que cuando tenga de verdad el germen y sea atacable por este tipo de medicamento, ya no va a tener efecto. Crearon resistencia al medicamento”.

 

Informar, la apuesta

Para evitar la automedicación o creer enfáticamente que existe un esquema médico para combatir el virus, es necesario que las instituciones informen.

Hasta el 12 de julio, en Chiapas han muerto 780 personas por COVID-19, según cifras oficiales. Este dato no refleja el número real de personas que han fallecido por el nuevo coronavirus; sin embargo, aún así, permite ver que 15 de cada 100 personas enfermas, mueren.

Según las estadísticas oficiales los casos van bajando, pero las muertes van subiendo. El investigador Héctor Javier Sánchez apunta que ante la problemática, debe emprenderse una campaña fortalecida que combata la desinformación sobre todo en las zonas rurales e indígenas.

La rumorología con evidentes tintes de desestabilización será una barrera para que las brigadas actúen, por ello el escenario idóneo es brindar contenido adaptado a la cultura de la diversidad poblacional.

También la interlocución es importante, que la información la brinden agentes tradicionales de salud con la cual la ciudadanía tenga confianza, en lugar de ofrecer una percepción de que con un kit se van a curar.

GabyCoutino

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