Desde su llegada al aeropuerto, el ambiente fue hostil para el funcionario de la Secretaría de Salud de la Cuarta Transformación
Esa hostilidad ante un funcionario federal, no se veía probablemente desde el alzamiento zapatista de 1994. Ciudadanos lo increparon y el Sindicato de Salud le exigió resultados en un mitin a lo largo de la carretera que conduce al aeropuerto.
Tampoco se había visto que ante la llegada de un alto funcionario federal, un homólogo estatal fuera relegado de las ceremonias protocolarias. El secretario de salud estatal, José Manuel Cruz Castellanos, no jugó un rol protagónico -por lo menos visible- ante la llegada oficial al estado de Hugo López Gatell.
Es famosa la frase en la política mexicana de que “la forma es fondo”. En este caso, la forma fue que el titular de salud no ocupó espacios protagónicos públicos ante Gatell. El fondo puede ser conocido si nos preguntamos ¿porque fue relegado el funcionario estatal?
Fue relegado por sus desencuentros con el sindicato de salud que pide equipamiento y equipo de protección ante la pandemia para los trabajadores de salud; fue relegado porque está documentado que con su lenguaje misógino y de autosuficiencia intelectual ha agredido a la prensa, relegado, porque fue noticia nacional cuando llamó chafiretes a los recuperados del virus, y también por mandar a vender tacos a sus compañeros trabajadores de salud.
A ojos de la opinión pública, José Manuel Cruz Castellanos ya no es un funcionario público con credibilidad. Al ser relegado; Hugo López Gatell lo dejó en claro.
En esas condiciones, la visita de Gatell dejó un enorme dilema político al gobierno de Rutilio Escandón Cadenas: ¿Qué hacer con un funcionario que no le inspira confianza a la ciudadanía y que todo indica; tampoco se las genera a quienes dictan las políticas de salud nacionales, en este caso, contra la Pandemia del Coronavirus?
¿Cesar o no césar a José Manuel Cruz Castellanos?
Desde el momento en que la llegada de López Gatell a Chiapas generó la protesta del sindicato de salud, Cruz Castellanos estaba en el ojo del huracán porque eso significa falta de control sobre el proceso organizacional gubernamental para el ataque local contra la pandemia.
Cesar a Cruz Castellanos significaría que el gobierno de Escandón Cadenas reconociera que la estrategia no funciona.
Significaría el reconocimiento de que la estrategia de abordaje local ya fracasó, y reconocerlo tendría un costo social, no solo político.
Hay que recordar que Cruz Castellanos responde a un grupo político tabasqueño. Hay que recordar también que en Chiapas, desde hace dos sexenios; la clase política está acostumbrada a asumir los costos políticos de las acciones de sus antecesores. Las asume y no toma acciones legales contra ellos y por eso, -entre otras razones- el ciclo perverso de la impunidad se repite.
En la comunidad Vista hermosa de Berriozabal, el gobernador mencionó en su discurso que cuando inició su gobierno el 8 de diciembre de 2018, “los hospitales de Chiapas estaban devastados. No había ni un medicamento, ni equipos. Y los poquitos que habían quedado se los robaron. Hay un aparato que se llama resonancia magnética que pesa toneladas y para robársela tuvieron que llevar tráilers, y nadie se dio cuenta porque una minoría estaba de acuerdo”, pero a la fecha ningún funcionario de alto nivel ha pisado la cárcel.
En consecuencia; hay que decirlo: Es más que probable que a pesar del desplante de López Gatell; Cruz Castellanos siga en su puesto. Hacerlo contrario; sería para la Cuarta Transformación local; reconocer que no pudo contra la pandemia.
Finalmente, Cruz Castellanos se irá a Tabasco, donde inició su carrera política; el problema es que dejará el costo político de su sostenimiento, al ejecutivo estatal.
La llegada de Gatell a Chiapas, demostró finalmente que no hay y que nunca hubo coordinación entre federación y estado para el combate a la pandemia.
Respecto al programa comunitario para la atención de la pandemia que presentó el Subsecretario Gatell y otras autoridades federales y estatales; el programa se antoja necesario, porque el estado tiene un componente demográfico muy ruralizado, y porque la pandemia implica un cambio de hábitos sociales y personales.
El asunto que el programa lo presentan a meses de inicio de la pandemia, cuando debió reforzarse desde un principio, la cultura de la prevención.
Segundo: Un programa así siempre será incompleto si no atiende lo que hoy se carece en Chiapas: infraestructura y atención hospitalaria. Eso es lo que la pandemia desnudó y lo que hoy se vuelve prioritario.
Finalmente: Habría que pensar que por las características socioeconómicas, demográficas y orográficas del estado; la pandemia convivirá con nosotros bastante tiempo.
Por eso se hace necesaria la prevención comunitaria; pero -insisto- también la infraestructura y la atención hospitalaria.
¿Cuánto tiempo le lleva a un chiapaneco que vive en la selva, o en la sierra o en otro lugar lejano llegar al hospital más cercano?. ¿Qué calidad de atención médica recibe actualmente? ¿Qué programa de salud habrá para atender todas estas interrogantes? O ya de plano, el gobierno federal y por supuesto el estatal, estarán esperando con los dedos cruzados, que llegue una vacuna?.
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