El caso, políticamente insostenible

Gabriela Coutiño

¿Qué hacer con José Manuel Cruz Castellanos?

Hoy en la mañanera el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió a la acusación contra el doctor Gerardo Vicente Grajales Yuca, a quien las autoridades estatales acusan del delito de pedir a familiares de pacientes Covid 19 medicamentos para el tratamiento de la enfermedad.

La acusación y posterior encarcelamiento del profesional de la salud movilizó a la comunidad médica estatal y a los trabajadores de la salud. Incluso, la movilización fue virtual involucrando también al gremio nacional pidiendo la libertad absoluta del galeno.

López Obrador dijo que “el gobierno federal, a través de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, intervendrá para buscar un acuerdo en el caso del médico”; quien en estos momentos afronta legalmente la situación desde un arresto domiciliario.

En la mañanera el presidente explicó que “la secretaria de Gobernación va a establecer comunicación con el gobernador de Chiapas y se va a buscar una solución ante este asunto”.

Con la declaración presidencial, el caso del doctor Gerardo Vicente Grajales Yuca escaló hasta los niveles federales, dando otro giro, gracias a la presión social y especialmente a la inconformidad del gremio de los médicos y de los trabajadores de la salud.

Políticamente insostenible el caso desde el momento en que la defensa divulgó un audio entre la parte acusadora y el acusado. Lo legal implicaba que a pesar de toda la fuerza del estado contra Grajales Yuca, la parte acusadora perdiera la demanda. Pero el juicio ciudadano ya estaba perdido de antemano.

Siempre en una situación similar, hay un costo político por pagar y administrativa y burocráticamente, se “cortan cabezas”.

El costo político es el incremento de la falta de confianza ciudadana en la atención de la pandemia del Coronavirus. Las cabezas que rodarán seguramente serán en el Isstech y probablemente no tardará en tomarse la decisión.

Sin embargo; invisible, pero inamovible se encuentra el secretario de salud estatal, quien es sumamente cuestionado por su agresividad con sus compañeros de trabajo, con la prensa, por su lenguaje inapropiado al referirse a los enfermos recuperados del Coronavirus, y sobre todo, por el manejo de las cifras de la pandemia.

¿Qué hacer con él?

Cesarlo es reconocer el fracaso de la lucha local contra la pandemia. Ratificarlo es correr el riesgo de continuar errando en la lucha contra el Coronavirus en una etapa de la vida estatal en que se requiere que las autoridades pongan el ejemplo y no sean un obstáculo.

En la segunda guerra mundial a George Patton que tenía fama de no ser empático, pregonaba con el ejemplo; los soldados a su mando le apodaban “sangre y agallas”, decían que en la batalla, ellos ponían la sangre y Patton las agallas.

Guardando las proporciones; ante la batalla contra el Coronavirus, Cruz Castellanos no tiene ni capacidad de poner el ejemplo en la batalla contra la pandemia; ni la visión para componer un sistema de salud que recibió descompuesto.

Los tropiezos ante el combate a la pandemia lo llevaron la desconfianza ciudadana desgastándolo, el desgaste lo llevó a la confrontación, el choque con el gremio lo llevó a la falta de credibilidad y, hoy hereda al aparato burocrático estatal un costo político que tendrá que ser asumido haciendo “rodar algunas cabezas”.

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