Foto portada: Cuartoscuro

Fredi Figueroa

El panorama diario no coincide con las cifras

Es uno de los dos estados del país que ha llegado al verde en el semáforo epidemiológico, sin embargo, sus bajos números contrastan con la percepción de la sociedad: “estamos colapsando”, dicen.

Hay una incongruencia que la población de Chiapas no puede creer. Se preguntan cómo siendo el estado número uno en el más reciente ranking de pobreza del Coneval (2018), también son el que tiene menor cantidad de contagios y muertes por coronavirus en el país, si justamente para abolir esa pobreza, la población no ha parado de salir a las calles para generar ingresos.

“Hay más muertos en Facebook que en las estadísticas del gobierno del estado”, apunta Saúl Zenteno Bueno, oficial de políticas económicas del Grupo Principal de las Naciones Unidas para la Niñez y la Juventud, en entrevista con El Economista.

Su percepción no dista de las voces de diversos ciudadanos: “Amigos, cuídense, entiendan que no estamos en semáforo verde, Chiapas va a colapsar. No hay espacio en las clínicas Covid, no hay suficientes ventiladores ni personal. Estuve tres días viendo llegar carrozas por cuerpos que perdieron la batalla ante este mal”, publicó en redes sociales una chica que perdió a un familiar el pasado 10 de enero.

Para esa fecha, Chiapas ya acumulaba siete de ocho semanas en las que se mantuvo en color verde del semáforo epidemiológico (inició el 23 de noviembre de 2020), lo que permitía el acceso a cines, restaurantes, parques recreativos y plazas comerciales.

Fue hasta el 19 de enero cuando la Secretaría de Salud Estatal decretó el regreso al color amarillo, pero detrás de esa decisión se encuentran reclamos de trabajadores médicos y de la propia población, acusando al gobierno de falta de transparencia en los datos, censura e incongruencias.

Un estudio elaborado por organizaciones civiles de Chiapas, autodenominadas ‘Nodo Ciudadano’, cuestionó las cifras oficiales: mientras el gobierno local decía que el estado tenía el 98% de camas hospitalarias libres, esta agrupación expuso que el 87% estaban ocupadas en la clínica de atención respiratoria del Polyfórum de Tuxtla Gutiérrez (capital del estado), uno de los centros de atención para el Covid-19 más importantes en la entidad.

El texto, publicado el 6 de enero, también señaló que 20 de los 30 respiradores disponibles en ese lugar ya estaban ocupados, además de que el 80% de pruebas Covid-19 realizadas en laboratorios privados del estado habían dado positivo al virus, elevando considerablemente los entre 13 y 14 casos diarios que publicaba la Secretaría de Salud estatal.

Fue hasta el 19 de enero cuando la Secretaría de Salud Estatal decretó el regreso al color amarillo, pero detrás de esa decisión se encuentran reclamos de trabajadores médicos y de la propia población, acusando al gobierno de falta de transparencia en los datos, censura e incongruencias.

Un estudio elaborado por organizaciones civiles de Chiapas, autodenominadas ‘Nodo Ciudadano’, cuestionó las cifras oficiales: mientras el gobierno local decía que el estado tenía el 98% de camas hospitalarias libres, esta agrupación expuso que el 87% estaban ocupadas en la clínica de atención respiratoria del Polyfórum de Tuxtla Gutiérrez (capital del estado), uno de los centros de atención para el Covid-19 más importantes en la entidad.

El texto, publicado el 6 de enero, también señaló que 20 de los 30 respiradores disponibles en ese lugar ya estaban ocupados, además de que el 80% de pruebas Covid-19 realizadas en laboratorios privados del estado habían dado positivo al virus, elevando considerablemente los entre 13 y 14 casos diarios que publicaba la Secretaría de Salud estatal.

Médicos: saturados y censurados sobre el tema Covid

“No te puedo hablar de cifras reales porque sinceramente tengo miedo. No nos permiten hablar de eso”, mencionó una fuente médica que pidió el anonimato a este diario. Describe que los altos funcionarios del estado les indican que no deben conceder datos de contagios en entrevistas, procreando un ambiente de censura entre cuerpos de enfermeros, médicos y personal de limpieza.

“(La censura) es un problema porque confirma esta lectura sobre el manejo de la pandemia en cuanto a que existe la necesidad de mantenerse en verde a toda costa de ejercer censura, opacar información, no ser transparente y eso no abona a la construcción de una democracia ni de políticas públicas. Esos actos rayan en el autoritarismo y (las autoridades) lo van a disfrazar de diferentes formas, por ejemplo aludiendo a la confidencialidad del paciente o diciendo que es información sensible y de seguridad, pero al final del día es algo que previene que se confirme la realidad de que los crematorios, que estaba realizando cuatro cremaciones a la semana, ahora hagan 10 al día”, indica Saúl Zenteno.

El 7 de enero, la Federación de Asociaciones y Colegios Médicos del Estado de Chiapas (FEACOMECH) envió una carta al gobernador del estado, Rutilio Escandón Cadenas, para solicitar el cambio de semáforo de verde a amarillo: “como profesionales de la salud que estamos en primera línea en diferentes instituciones públicas y privadas, hemos observado el reciente incremento de casos y con ello las defunciones. Solicitamos en forma urgente a usted y a la Secretaría de Salud reconsiderar la semaforización en nuestro estado, incrementar las medidas necesarias para exhortar a la población a quedarse en casa y, de ser necesario, el cierre de negocios no esenciales”.

Sobre la falta de transparencia en los datos y la censura a los médicos, el representante de la ONU analiza: “No tenemos los datos estadísticos para calificar el manejo de la pandemia, pero sí podemos definirlo desde la transparencia y, desde ese punto, ha sido opaco. Hay actores políticos importantes en el estado que cuestionan el manejo de la pandemia al interior pero no pueden ir por la vida diciéndolo, si tienen amedrentados a los médicos ahora imagínate a los políticos.

“No ha sido un manejo adecuado. No es nueva la censura en Chiapas, no es el primer sexenio en el que (las autoridades) se comportan como caciques. Esos son ataques a la democracia y a la constitución misma del estado. Este tipo de cosas te hablan de inseguridad personal, debilidad institucional y falta de capacidad. Te habla de una democracia frágil”.

De acuerdo al Inegi, en Chiapas el 71.8% de los trabajadores se encuentra en la categoría de tasa de informalidad laboral (que no cuentan con seguridades sociales), por lo que la población asegura que necesita salir a trabajar, además de que 1 de cada 3 chiapanecos (29.7%) se encuentra en calidad de pobreza extrema (Coneval, 2018).

“Hay lugares como Chiapas que están muy mal en todos los indicadores pero no significa que eso nos deba de llevar a un encierro por completo. Chiapas no puede soportar un encierro de cinco o seis meses porque la gente tiene un salario de 5,500 pesos por familia y porque el 70% de la población trabaja en la informalidad, entonces es irreal que van a tener un respaldo de seguro de desempleo. Hay que pensar en medidas que no asfixien a la población», dijo.

“El problema es que si no se hace la regulación de la actividad económica, la pandemia en vez de que sea sostenida o controlada, va a incrementar. Es irreal pensar que el estado más pobre tenga el mejor escenario de la pandemia. Hablemos de un (semáforo) amarillo o naranja que permita contener ambas cosas al mismo tiempo (salud y economía), una regulación en lugar de un paro absoluto”, concluyó el especialista en políticas económicas.

Hasta el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, criticó el manejo de la pandemia por parte de su homólogo chiapaneco: “en Chiapas se mantiene un subregistro, no se toman muestras ni se registran defunciones a causa del Covid-19; pareciera que viven en otro planeta. Más temprano que tarde se va a saber que engañaron a la población con cifras falsas. Jugar con la vida de las personas así es un crimen”, señaló el 4 de enero en conferencia de prensa.

Fuente original: https://www.eleconomista.com.mx/

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