Hace tres años fue una marea. Los años de batallar de Andrés Manuel López Obrador contra el poder establecido rindieron al fin sus frutos. El diagnóstico que aseguraba la victoria era certero: la corrupción era -sino el único- sí el problema más importante del país, si se tomaba en cuenta la percepción ciudadana. Se pedía entonces un gobierno nacional y también locales que fueran honestos.
MORENA recibió con creces el mandato ciudadano, su líder llegó por fin a la presidencia nacional, ganó gubernaturas y domina congresos locales, la Cámara de Diputados y la de Senadores. Y sí; MORENA aprovechó el poder e impuso su agenda política y lo hizo con creces.
A pesar de la polémica, López Obrador tiene el poder nacional absoluto; se acercó al ejército y tiene maniatado al poder económico-político nacional. Ningún gobernador le desafía el poder, nadie de la clase empresarial tampoco, el SAT, la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía General de la República han sido efectivos en mantener a raya a sus enemigos políticos.
Los líderes de opinión, acostumbrados a describir o proponer alternativas de gobierno o la simple alternancia donde existían o sobrevivían grupos de poder económico y político; de pronto han sido rebasados por la intensión lopezobradorista de realizar un cambio de régimen de gobierno que sea efectivo.
Nadie le disputa el liderazgo político nacional al presidente y su deseo de protagonizar un cambio de régimen. Pero hay un problema que MORENA, su brazo político soslayó: le está fallando al ciudadano de a pie, al ciudadano que -generalmente- reconoce que el presidente se enfrenta sin miedo al poder económico y político establecido que propició la desigualdad que hoy vive el país; pero que ve que también MORENA en su afán de cambiar el régimen establecido, no respeta la voluntad popular.
En plena efervescencia electoral, la diputada local Olvita Palomeque -casi usando la frase de “no tengo pruebas pero tampoco dudas- acusó a MORENA Chiapas de venta de candidaturas, habló de numerosas irregularidades en el partido hegemónico y prácticamente avaló en un video que se hizo viral, lo que es un hecho: MORENA repite y replica a nivel local, lo que tanto criticó.
La decepción pijijiapaneca
Años de ver como acumulaban riquezas los alcaldes municipales, años de ver también como el municipio se empobrecía más, los habitantes del municipio costeño siempre se mostraban conscientes de la complejidad de los problemas locales. Pedían que por lo menos, un alcalde fuera honrado.
MORENA diagnosticó perfectamente el sentir pijijiapaneco y postuló al cargo a un viejo y respetado luchador social. Héctor Meneses Marcelino ganó las elecciones locales hace tres años e ingenuamente pensó que su aura de honradez le alcanzaría para la reelección. Soslayó lo que se configuró rápidamente: MORENA repetiría a nivel local, lo que tanto decía combatir: el tráfico de influencias, los conflictos de intereses, entre otros vicios políticos nacionales.
Falló y pagó la penitencia. Aislado, sin alianzas políticas con las fuerzas morenistas estatales no pudo lograr la reelección. Hoy la cúpula morenista estatal y el candidato de ese partido le reclaman la falta de disciplina y la rebeldía al buscar la reelección. Meneses Marcelino ataja esos reclamos diciendo que hace falta consolidar la Cuarta Transformación local y que con otro candidato que no sea el, MORENA sufrirá una fractura local.
No le faltó razón, con la designación de Carlos Alberto Albores Lima, MORENA-Pijijiapan perdió fuerza electoral. En el municipio costeño, solo manejará el voto cautivo; es decir, aquel voto que puede condicionarse con los programas sociales. El voto del ciudadano independiente, el clasemediero; el que a nivel nacional y local permitió el ascenso de MORENA, ese ya se perdió.
En consecuencia, en lugar de volver a arrasar como lo hizo hace tres años, MORENA en Pijijiapan regresa no a buscar el cambio de régimen, sino a ser un partido más que solo busca la alternancia política. Ese microcosmos pijijiapaneco es replicable casi en cualquier municipio de Chiapas.
Hoy la elección en el municipio costeño está abierta. La fractura morenista abre el juego a la alianza del PRI, PAN y PRD, al PT o incluso a Redes Sociales Progresistas, el partido político que hoy cobija a Héctor Meneses Marcelino. Lo único seguro es que las decisiones cupulares de MORENA dividieron al voto pijijiapaneco y que por sobre todo, provocaron la ira popular.
Sí. El diagnóstico en Pijijiapan hace tres años fue el correcto. Pero ya manejando el poder, MORENA erró y repitió lo que la ciudadanía clamaba no hacer. El hecho es que en Pijijiapan a ningún candidato le alcanza para la victoria electoral por sí solo. Pero aún con ello, hay favorito; esa es la alianza PRI, PAN y PRD.
MORENA falló. El riesgo es que se convierta en un partido político más, perdiendo las mayorías que hoy detenta, sencillamente porque no atendió el clamor popular: no repitas lo mismo que ya vimos en los demás partidos políticos.
MORENA hoy aprendió a un costo muy alto -el electoral que es el consolida o descalifica a un gobierno- que no es lo mismo el ejercicio de gobierno diario que la crítica diaria al gobierno en turno. Lo lamentable es que los ciudadanos y no los poderes fácticos sufran esa curva de aprendizaje morenista.
En Chiapas los morenistas se aliaron con los poderes fácticos, permitieron el chapulineo, le abrieron la puerta a la clase política ya establecida y que busca eternizarse en el poder. En el pecado llevaron la penitencia porque reprodujeron en los hechos todo lo que decían combatir.
Pijijiapan se convirtió en el laboratorio de lo que no debe hacer un partido político en el poder y también en el escenario de un más que evidente ensayo un partido político que de ahora en adelante, tendrá que usar el voto cautivo en los programas sociales para garantizar su victoria.
El voto cautivo, pero también los instrumentos legales que deben ser para la defensa de la voluntad popular, es decir el IEPC y los tribunales electorales, los cuales obviamente están ya al servicio de MORENA.
La tragedia es que MORENA quiso cambiarlo todo, pero terminó repitiendo los mismos vicios, Pijijiapan es la muestra. La polarización social está a la vista.