Arleth Leal Metlich*
La pandemia provocó la crisis laboral más grande de la historia moderna a escala global y las mujeres, uno de los grupos históricamente más vulnerables en esta esfera, enfrenta efectos todavía más profundos en términos de trabajo.
En la región de América Latina, la tasa de participación de las mujeres se situó en 46% en 2020, lo que implicó una pérdida de 6 puntos porcentuales respecto del nivel previo a la pandemia.
Hay cifras contundentes que dan muestra de la salida de las mujeres del mercado laboral y aunque la brecha se había estado cerrando de manera paulatina, la pandemia provocó un retroceso, dejando a un millón de mujeres sin empleo.
El Índice de Paridad Global 2021 del Foro Económico Mundial estima que, como resultado de la pandemia, cerrar la brecha de género global tomará una generación más, ya que antes del COVID-19 se necesitaban 99.5 años y ahora se necesitarán 135.6 años. En la región, el retraso fue de una década: lograr un mercado laboral equitativo para hombres y mujeres ya no nos tomará 59 años, sino 68.9.
Diferentes organismos han hecho estudios al respecto de la situación, y coinciden en que se deben implementar políticas públicas para incorporar la perspectiva de género e incentivar a las mujeres a trabajar; asimismo incluir programas de ayuda a las mujeres más afectadas por la crisis. Y entre otras cosas, apoyar el autoempleo, promover los planes de entrenamiento, inserción laboral e incentivos para la formalización de las trabajadoras.
El Banco Interamericano de Desarrollo apunta que el tamaño de la economía latinoamericana podría aumentar hasta un 22.5 por ciento si se incrementa el empleo femenino con mayor calidad.
Para muchas mujeres trabajadoras, la pandemia está alterando su equilibrio entre el trabajo y la vida; y afectando su salud física y mental, y algunas incluso están cuestionando sus perspectivas profesionales actuales y a largo plazo. A casi el 70 por ciento de las mujeres les preocupa que su crecimiento profesional pueda verse limitado como resultado de esta situación, según datos de Deloitte.
En este escenario en el que se deben impulsar acciones que permitan a las mujeres un retorno laboral, el empleo independiente o autoempleo son una alternativa, sobre todo cuando aún no se tiene el apoyo de guarderías, para el caso de las mujeres que son mamás.
Convertirse en un trabajador independiente tiene varias ventajas, en primer lugar: estas personas pueden trabajar desde cualquier lugar siempre que tengan una computadora y conexión a Internet; segundo: un trabajador independiente tiene un mayor control de sus calendarios como mejor le convenga, tiene total libertad de trabajar a tiempo completo o parcial y ellos ponen sus precios, pueden decidir exactamente cuál es el ingreso que quieren tener.
Las tendencias de empleo en tiempos COVID-19, ha sobresalido el trabajado de manera independiente como alternativa para continuar recibiendo ingresos, tras haberse quedado sin empleo. El desempleo se ha convertido en una oportunidad para reinventarse, conocerse a sí mismo para dedicarse a lo que realmente te apasiona hacer.
Hoy en día existen plataformas digitales que buscan coordinar esfuerzos entre empresas y freelance para poder fortalecer el formato del trabajo independiente, de esta forma permitir a las personas escoger qué, cuándo, cómo y por cuánto desea trabajar. Es una alternativa eficiente para continuar con la generación de ingresos sin arriesgarse a trabajar en un esquema de informalidad.
Vale la pena destacar lo que el BID señala, pues las llamadas habilidades digitales, que ya eran muy demandadas en 2019, hoy son esenciales para muchas ocupaciones. Incluso en carreras donde las mujeres son más activas que los hombres, como la salud y la educación, las herramientas digitales han pasado a ser básicas. Sin embargo, las mujeres de Latinoamérica también enfrentan un rezago en el uso y el acceso a estas herramientas.
El reto principal para los trabajadores independientes es tener habilidades para manejar plataformas digitales y hacerlo de una manera muy eficiente. Es una actitud que en México nos ha costado desarrollar, esta apertura para poder trabajar y tener una correcta organización tanto del esquema de trabajo como del tiempo profesional y así poder apoyar proyectos de varias empresas a la vez.
*Especialista en Recursos Humanos, empresaria en Tutorel y Red Ring
Retomado de: revistafortuna.com.mx
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