Tuxtla Gutiérrez, Chis. 25 Oct.- La caravana migrante denominada “por la justicia, la dignidad y la libertad del pueblo migrante”, conformada por extranjeros de por lo menos ocho nacionalidades, retomaron este lunes su caminata por la carretera costera, desde el municipio de Huehuetán donde pernoctaron.
Los migrantes avanzan a paso lento y bajo vigilancia de agentes del Instituto Nacional de Migración y de la Guardia Nacional que van adelante y a la retaguardia, “como parte de su estrategia de intimidación y de desgaste psicológico”, dijo Luis García Villagran, uno de los organizadores de la movilización.
En su tercer día de caminata, el grupo que se dirige a la Ciudad de México, salió a las 6:30 de la mañana con el objetivo de llegar a Huixtla, distante a 18 kilómetros para descansar y continuar el martes.
Ismael Gualapuro, y su esposa Lizbeth Guisun, una pareja de ecuatorianos de 23 años que viajan con su hija Kenai de dos años, cuentan que ha sido un trayecto difícil; “la guardia nos persigue, nos separamos un poco, veníamos un grupito, a muchos los agarraron, por suerte nosotros tuvimos que saltar tres cercas y pudimos librarnos, escondernos en el monte”.
La pareja que busca llegar a Estados Unidos, relatan que huyen de la pobreza, “en mi país ya no se puede, el país la sociedad está en decadencia, y no quiero que con eso crezca mi hija, quiero una mejor vida para ella”.
La idea de Ismael es trabajar duro en Estados Unidos, “llevaba dos meses en Tapachula, fuimos a migración, a Comar y nos dijeron que no nos podían ayudar porque hay demasiada gente, demasiados haitianos y la prioridad son ellos, no nos dieron la cita, ya cuando se escuchó la caravana nos llamaron que nos podrían dar cita, pero para marzo del otro año”.
Narra que estuvo trabajando en Tapachula, pero el pago era 50, hasta cien pesos diarios y dos tiempos de comida, y “así no se puede vivir”.
Ismael y Lizbeth viajan amparados, pero caminan temerosos por el acoso de la Guardia Nacional y de los agentes de migración.
En su transito por los pueblos de la carretera costera de Chiapas, los únicos que están brindando alimentos a la caravana migrantes son las iglesia católicas, mientras que personas independientes están dando atención para los pies de los extranjeros que llevan tres días caminando, así como pastillas para el dolor.