El próximo mes de julio se cumplirá un año exacto de la irrupción del grupo denominado Grupo de Autodefensas El Machete en la cabecera municipal de Pantelhó, Chiapas. El 26 de ese mismo mes, 21 personas de la comunidad fueron víctimas de desaparición forzada.

A casi un año de los hechos, de los desaparecidos no se ha sabido nada a pesar de que incluso se han sostenido mesas de diálogo con grupos de familiares de personas desaparecidas, con el Concejo municipal y con diversos actores sociales municipales.

La propia Comisión Nacional de Búsqueda de Personas de la Secretaría de Gobernación, realizó en el municipio acciones de búsqueda en febrero de este año.

Foto: Especial/Archivo

En el comunicado oficial, la Comisión declaraba que “dichos trabajos de búsqueda de personas desaparecidas continuarán próximamente”. Desde esa declaración y a la fecha, no se tiene conocimiento de nuevas búsquedas y sí la certeza de que los familiares siguen pidiéndole al gobierno federal y estatal resultados.

El caso Pantelhó sigue en “pausa”. Hay inamovilidad gubernamental. En el pueblo, la seguridad está garantizada por el grupo de autodefensas “El Machete”; pero a un costo muy alto.

Esas dos cosas habrá que reconocerlas. Como también que esa tranquilidad pende de un hilo y que, además diversos actores políticos quieren cualquier cosa, menos la paz social en el municipio tzotzil.

Por ejemplo, no hay avances en la búsqueda de las 21 personas porque los integrantes del grupo “El Machete” no han permitido que las instancias judiciales de la federación y del estado realicen las investigaciones correspondientes en la zona.

Sin embargo, el grupo de autodefensas insiste en que nada esconde, descarta la culpabilidad de sus miembros en la desaparición de los 21 e insiste en que, en la búsqueda de la Comisión, también se incluya las pérdidas de vida de otros ciudadanos que suman la increíble cantidad de 200 personas.

El cerebro, y padrino de El Machete es el sacerdote Marcelo Pérez Pérez; eso dicen los enemigos precisamente del grupo “El Machete”. Para otros más, el párroco es garante de la paz.

Una tercera línea de opinión es que ya hay ruptura entre las cúpulas del grupo que hoy ostenta el poder en Pantelhó; y que por supuesto, esto tendrá también sus consecuencias.

Hay entonces en Pantelhó una total descomposición social que está debajo o que se esconde dentro de una “paz armada” por decirlo de algún modo. Esto porque los ciudadanos no han perdido el temor de transitar libremente por el municipio.

La gente vive atemorizada de salir a la calle, porque de la nada los arrestan y llevan a la cárcel, los liberan hasta que pagan multas que son exorbitantes. Esto es lo que denuncian varios habitantes del municipio tzotzil.

Precisamente, muchas voces que han sido consultadas por esta reportera, insisten en que el trasfondo de los acontecimientos en Pantelhó es una “disputa de plaza entre la delincuencia organizada”. Lo mismo opinan diputados locales, federales y funcionarios también estatales y federales pendientes del caso.

También insisten en que ese microcosmos de Pantelhó rebasa las disputas de la delincuencia organizada. En una especie de “a rio revuelto, ganancia de pescadores”

En ese sentido, se acusa a la diputada Fabiola Ricci de intentar dominar al Concejo Municipal para imponer obra pública. También se acusa a Omar Zenteno, ex diputado por el PRD de querer controlar el transporte de pasaje y de volqueteros en el municipio.

El diálogo entre las distintas fuerzas municipales debe de imponerse. El problema es que hay agravios acumulados y “negocios” de políticos que dejan grandes ganancias.

La gran pregunta en Pantelhó es: ¿Están dispuestos los grupos enfrentados a negociar y hacerlo además con la verdad por delante?

La evidencia indica que no y esa es una de las tragedias de Pantelhó: el futuro de la paz social en entredicho.

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