En Chiapas, exgobernadores del estado, se suman al juego político sucesorio; rompiendo la regla de oro del exilio o del silencio político.
Pasadas las elecciones de este 4 de junio en los estados de Coahuila y el Estado de México; la atención pública estará ahora centrada en el proceso de selección del candidato o la candidata presidencial de morena hacia el 2024; y de coletazo va la elección para gobernador de Chiapas.
Nada extraordinario sucedió. Ni para Morena hubo un “milagro” en Coahuila, ni para el PRI lo hubo en el Estado de México.
Falta casi un año completo para las elecciones del 2024 y Morena lleva la delantera para retener la presidencia, pero nadie tiene comprado el futuro.
La historia política-electoral reciente de México demuestra que las elecciones en el Estado de México no predicen quien será el presidente de México.
El PAN ganó en el 2000, pero el PRI retuvo el Edomex un año antes. Acción Nacional volvió a ganar la presidencia en el 2006 pero el PRI volvió a retener la gubernatura. En el 2012 y el 2018 de nuevo retuvo la gubernatura. Ahora la pierde luego de 94 años en el poder.
En realidad, para este 2024, la importancia de las elecciones en el EdoMex es que fueron un verdadero laboratorio que repitió lo que se pensaba superado: el desaseo el día de la jornada electoral y el dispendio de recursos públicos durante la campaña.
El EdoMex demostró que nada cambió en la operación electoral. El PRI está herido, pero sus peores prácticas siguen vivas.
Eso sí, superada la etapa de estas elecciones, los aspirantes a la presidencia nacional incrementarán su actividad política y sus movilizaciones.
Luego de este domingo las tres corcholatas presidenciales y los suspirantes a los diversos cargos en Chiapas; seguramente subirán la intensidad de sus giras, su presencia en redes sociales y se enfrascarán en una guerra de pintas de bardas.
Los tiempos ya están encima porque en el mes de julio está programada la consulta del partido “Morena” que de acuerdo al “estilo personal” de gobernar del presidente de la República; solo servirá para legitimar el “dedazo” de Andrés Manuel López Obrador.
Esas prisas y esa movilización que se espera de las “corcholatas” tendrán que ser vigilada estrechamente por las autoridades electorales; pero esa vigilancia es un reto; porque hay una confrontación pública entre el presidente y los órganos electorales, incluido el poder judicial.
También en Chiapas habrá movimiento entre los actores políticos, porque se moverán los suspirantes locales; y sobre todo; porque hay una coyuntura nueva: exgobernadores del estado, se suman al juego político sucesorio, rompiendo la regla de oro del exilio o del silencio político.
Dos ex gobernadores apoyan públicamente a diferentes “corcholatas” nacionales; Juan Sabines Guerrero apoya a Marcelo Ebrard y Pablo Salazar Mendiguchía se dice asesor de Claudia Sheinbaum.
Pero todavía hay más , porque el hijo de un ex gobernador ha roto con el partido que lo postuló como candidato a la gubernatura en el 2018 y sobre todo, porque otro más de los ex gobernadores; Manuel Velasco es otra de las “corcholatas” presidenciales; en este caso de su partido el Verde Ecologista, que es un partido aliado de Morena.
Todos querrán su “cuota” política. ¿quién es más fuerte políticamente hablando que los otros? A algunos solo les alcanzará para ellos mismos.
Solamente el exgobernador Manuel Velasco pude presumir de ser aliado político directo del “gran elector”, es decir; de Andrés Manuel López Obrador. ¿Será -junto con el ejecutivo estatal- es quien mejor negociará su sobrevivencia política?
La efervescencia política que se espera en el estado por las elecciones del 2024 será intensa. Es inédita porque crecen los actores políticos.
Comenzando por la participación de exgobernadores, pero también porque llega en un momento de particular crisis social.
Numerosos son los “focos rojos” que en este momento existen en el estado; la lucha contra la minería extractiva en Chicomuselo, el acoso a los bastiones zapatistas, la ruptura del tejido social en San Cristóbal de las Casas y otros municipios de la región de los Altos, la crisis de seguridad en la línea fronteriza con Guatemala, especialmente en Frontera Comalapa, la ya enraizada crisis migratoria en Tapachula, la disputa agraria en Chenalhó, la crisis en Pantelhó y la “guerra de comunicados” entre las dos organizaciones sociales de Venustiano Carranza.
Ese contexto de crisis es en el cual se desarrollarán las campañas federales y estatales en su primera etapa -hasta julio o septiembre- que es la fecha prevista para dar a conocer la metodología de la encuesta que definirá quien será el candidato o candidata de Morena a la presidencia nacional.
A la par irá Chiapas. El contexto de crisis social en la que se desarrollarán las precampañas y campañas está definido. ¿Los candidatos tomarán una postura ante esos conflictos? y ¿Estos conflictos, no aumentarán? son las dos grandes preguntas para Chiapas.