Familiares siguen la búsqueda del maestro del ICHEJA líder comunitario en Chiapas, llevado contra su voluntad por hombres desconocidos

Fredy Martín Pérez.

Oscar Antonio Cruz Hernández soñó ser alcalde de Jiquipilas, municipio donde llegó hace 30 años desde Pichucalco, al aprobar un examen como docente del INEA, con derecho a una plaza en Cintalapa. En ambos lugares el maestro no dejó de hacer trabajo comunitario, tomar el machete o caminar horas bajo el sol, para llevar ayuda, hasta que desapareció el 27 de junio del 2022, ocho días antes de que cumpliera 51 años de edad.

Esa mañana, el profesor salió de su casa en el Barrio Ejidal de Jiquipilas, hacia las 07:45 de la mañana. Tomó su maletín con libros y computadora. Condujo el Tsuru gris 2011, con placas DNP-490, durante 400 metros, sin percatarse que varios hombres lo seguían en vehículos. Pasó a la casa de una costurera, donde preguntó si estaban listas las cortinas que le encargó y de ahí se dirigió a su oficina. Eran las 08:15 cuando no se supo más de él.

Al siguiente día, su vehículo fue hallado a 100 kilómetros de distancia, cerca del puente Chiapas, en la autopista que va de Ocozocoautla (Chiapas) a Las Choapas (Veracruz), pero no había rastros del maestro. Su esposa, hijos y conocidos organizaron brigadas de búsqueda, por Jiquipilas y Cintalapa, ambos distantes a diez minutos, pero no hallaron rastros. Lo único que supieron es que Oscar Antonio era vigilado y seguido por desconocidos que se movían en varios vehículos, desde que salió de su casa antes de las 8 de la mañana.

El maestro nació Platanar Arriba, una comunidad de Pichucalco, que corre cerca del río del mismo nombre, de sembradíos de guineo, plátano, frijol, maíz y cacao. Gracias al buen precio del cacao en la década de los años 80, él, sus dos hermanos mayores y su hermana menor, pudieron estudiar la secundaria.

Cuando se fundaba la comunidad Jorge Camacho Vidal, los padres de los cuatro muchachos decidieron dejar Platanar Arriba, porque veían que podían encontrar un mejor nivel de vida e inscribirlos en la escuela secundaria.

Oscar Antonio no dejó de estudiar y trabajar. Puso un tendejón, vendía chicharrón y leche, pero más tarde, consiguió un triciclo para ofrecer trastos de casa en casa en pagos chiquitos. También fue chofer de un camión. Con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas del PRI, fundó con otros jóvenes, el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional en Pichucalco y más tarde el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Supo que el INEA había publicado una convocatoria para docentes, por lo que se trasladó a Tuxtla. A los pocos días, Oscar Antonio recibió la noticia que había aprobado el examen como técnico docente, para una plaza en Cintalapa. Ahí nacieron sus primeros hijos, Óscar y Mayrani, que han terminado la universidad.

Al terminar su primera relación con su pareja, contrajo nupcias con Gina, una joven mujer nativa de Jiquipilas, con la que procreó Jesús, Karina y Lizbeth, de 12 años que recién entró a la secundaria. Los tres niños quedaron sin sustento económico. Hace unos años, Óscar Antonio le confesó a su esposa que quería ser alcalde, porque había mucho que hacer para beneficio de las comunidades.

El activismo político de Óscar Antonio lo llevó a ser secretario técnico en el ayuntamiento de Jiquipilas, durante el gobierno de Francisco Gil Salinas. En el INEA, hoy conocido como Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos (ICHEJA), fue secretario general del sindicato, secretario de capacitación y ocupó una cartera en el SNTE Chiapas. “A mi hermano siempre le gustaba estar en la grilla. Trabajar entre la gente. Hacer servicio comunitario. Le gustaba el trabajo de campo. Se llevaba bien con la gente. Andaba por muchos lados ayudando a la gente”, rememora su hermano José Luis Cruz Hernández.

En Jiquipilas, a la par de su trabajo como docente, abrió dos tendejones, pero cuando José Luis Cruz Hernández supo que Jiquipilas, Cintalapa y Ocozocoautla dos cárteles se mantenían enfrentados, le dijo a su hermano, que mejor se fuera a vivir a Tuxtla, donde tiene una casa.

El siete de junio, José Luis venía procedente de Tonalá, en la costa, cuando decidió pasar a visitar a su hermano. Eran las 17:00 horas cuando los dos hermanos se saludaron. Tomaron café, con pan que elabora una vecina de Óscar Antonio y hacia las 21:00 horas, al despedirse, el maestro contó que Jiquipilas “había muchos problemas en la noche”, con la presencia de halcones que se movían en moto. Le pidió a José Luis, que en su camino a Tuxtla no se detuviera. “Tené mucho cuidado en tu regreso”, dijo. Fue la última vez que se vieron.

A un año y dos meses de la desaparición de Óscar Antonio no se sabe nada de él. “No hay ninguna pista para saber qué es lo que pasó. No hay ninguna información de él”, lamenta su hermano José Luis, que fue el que interpuso la demanda por desaparición y no ha dejado de buscarlo

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