Fredy Martín Pérez.

A las 17:00 horas del 30 de octubre del 2022, Julieta Martínez Matías, de 47 años de edad, recibió una llamada de su hija Estefanía Martínez Matías, de 22 años de edad, para decirle que sus compañeros de la tienda donde trabajaba, la habían invitado a una fiesta.

“Mami, voy a ir a una fiesta”, dijo. “Sí hija, pero regresas luego”, suplicó la madre. “Sí mami, voy a ir al convivio y me regreso”, atajó la estudiante de enfermería que ya no volvió esa noche, ni la madrugada 1 de noviembre.

A las 11 de la noche, desde la comunidad Nueva Palestina, municipio de Ángel Albino Corzo, en la región Frailesca, donde había viajado para pasar las festividades de Todos santos, Julieta telefoneó a su hija, para ver si ya estaba en casa.

El aparato sonaba, pero la joven no tomaba la llamada. A la media noche y madrugada, el aparato había sido apagado. “Yo ya sentía algo pues, pero… le pregunté a mi sobrino: ¿No te ha hablado Fany? No tía no me ha hablado. ¿Entonces por qué no ha llegado a la casa?”, cuestionó.

Esa madrugada del 1 de noviembre, Julieta no pudo conciliar el sueño. A las 5 de la mañana tomaba un colectivo que la llevaría a Tuxtla Gutiérrez. Llegó a la casa que compartía con su hija, en la colonia Real del Bosque, pero no había rastros de la estudiante. Preguntó con los vecinos si la habían visto y nadie dio respuesta afirmativa.

Tenía fe de encontrar a Julieta con vida, por lo que decidió buscarla en las prisiones, en hospitales. Fue a la Cruz Roja para saber si habían auxiliado a alguna muchacha en la madrugada, pero no le dieron razón. Tuxtla Gutiérrez parecía estar desolada por el feriado de Todos santos.

Fue a la Fiscalía pero estaba cerrada. Siguió buscando a su hija sin éxito. Hasta el 3 de noviembre pudo poner su denuncia ante la Fiscalía Contra la Desaparición de Personas y la Cometida por Particulares por la ausencia de su hija. En la casa donde vivía con su hija lloraba y pedía encontrar a Estefanía con vida.

El día 5 de noviembre por la mañana, Julieta recibió una llamada de la Fiscalía. Su corazón latía a prisa. Quería escuchar que le dijeran que su hija estaba viva. “Me dijo la Fiscal que era mi hija, pues… que ella la habían encontrado ya sin vida. Ella no estaba reconocible. Habían pasado cinco días. Le llovió. Le cayó agua y el animal lo empezó a comer”, recuerda.

El cuerpo que lo hallaron en la colonia Zapata, cercano a Real del Bosque, fue llevado al Servicio Médico Forense (Forense). Después partió hacia Nueva Palestina, con la ayuda económica que mandaron algunos migrantes que están en los Estados Unidos. El 10 de noviembre fue inhumado el cuerpo entre reclamos de justicia y castigo para el feminicida.

Como parte de las indagatorias, el Fiscal citó a Julita y frente al hombre con el que había salido esa noche su hija le preguntaron si lo conocía o lo había visto con anterioridad. “Señor fiscal agarre a ese muchacho, porque es la última persona que vio con vida a mi hija. Él estaba con ella. Agárrelo y deténgalo le dije”, pero el funcionario respondió: “Yo no puedo hacer eso, porque no hay pruebas todavía”, pero Julieta arremetió: “¿Cómo no va haber pruebas todavía?, si con él salió mi hija”.

Estefanía le faltaba un año para graduarse como enfermera en la Universidad Maya de Tuxtla, pero a la par de sus estudios trabajaba en una tienda de ropa de Tuxtla. Antes había entrado a laborar en un supermercado y tiendas departamentales. “Ella soñaba muchas cosas”, recuerda su madre.

Meses antes de su raptó y feminicidio, Estefanía le dijo a su madre que tenía fe de encontrar trabajo como enfermera. Deseaba ayudarla. Sus planes no era tener pareja, ni casarse. “Quería ayudarme. Quería sacarme adelante a mí, con su profesión. Deseaba que nosotras viviéramos bien, porque solo ella y yo éramos pues las que estábamos viviendo en Tuxtla”. Aunque Julieta tiene otros dos hijos, uno de 35 y otra de 21, decidió estar cerca de Estefanía.

En su declaración ante el Ministerio Público, el presunto feminicida dio tres versiones sobre la fiesta. Que el evento había sido organizado por amigos de Estefanía, pero no fue así, porque fue organizada por amigos de él, primos y sobrinos.

Aseguró haber llevado a la estudiante de enfermería a las 10 de la noche a su casa, pero tampoco ocurrió. Que Estefanía se había bajado del carro de color rojo metros antes de llegar a su casa, pero no tampoco fue cierto. Julieta preguntó a cada uno de los vecinos donde el presunto feminicida asegura haber dejado a Estefanía, pero ninguno escuchó ruido de automóvil.

“A esa hora no entró ningún carro por la calle donde vivía con mi hija. El muchacho dio declaraciones falsas. Entonces, apunta todo a él. Él es el feminicida de mi hija”.

A un año y cinco meses del feminicidio de Estefanía, un juez liberó una orden de aprehensión contra el presunto feminicida, pero sigue libre. “No se ¿por qué no lo pueden agarrar? Este chavo no ha salido de Tuxtla. Todavía ahí está. No se ponen a trabajar”, sostiene Julieta que esta semana llegó a Chiapas, después de recorrer Ciudad de México, Puebla, Veracruz y Oaxaca, en demanda de justicia de su hija.

“Me piden que yo tenga paciencia, que va caer el feminicida de mi hija. Es lo que me dicen. Hasta ahí. No me dicen otra cosa”, agrega Julieta.

“Voy a hacer lo que se pueda para que agarren al culpable que asesinó a mi hija. Estoy preparada para lo que sea. Voy a seguir luchando. Que sea lo último que yo haga en esta vida, pero le voy hacer justicia a mi hija. Es lo que haré”, sostiene.

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