Los mexicanos que hace casi dos meses cruzaron la frontera por la violencia en sus comunidades, aseguran que no regresarán mientras no haya paz

Fredy Martin Pérez

Cuilco, Guatemala.- Dos meses se cumplieron desde que un grupo de 400 mexicanos entró a territorio guatemalteco, para pedir ayuda en comunidades diseminadas a lo largo de la frontera, a finales de julio, atemorizados por los constantes enfrentamientos armados que libraban dos organizaciones armadas en el municipio de Amatenango de la Frontera. Durante estos 60 días, han subsistido con la ayuda de los campesinos guatemaltecos que les han brindado alimentos, cobijo y lugar para pernoctar.

Fue el 19 de julio que salieron las primeras familias hacia Guatemala, pero otras se internaron en los bosques, con la esperanza que todo se tranquilizara, pero no fue así, los enfrentamientos persistieron, por lo que no tuvieron otra opción que cruzar la línea fronteriza y pedir refugio con sus vecinos guatemaltecos.

Los mexicanos que hablan con los reporteros que han llegado a Plan Nueva Reforma, lo hacen bajo la condición de no identificarlos, mucho menos fotografiarlos, aseguran que, en tanto, no llegue la paz en sus comunidades, seguirán en Guatemala. “Mejor comer de Guatemala que nos está apoyando y no de México…”, asegura una mujer que el martes al mediodía recibió unos 40 kilos de alimentos, huevos, avena, arroz, aceite, azúcar, sal y otros productos de la parroquia de Cuilco, municipio en el que se encuentran desde hace 60 días.

A su arribo a Guatemala, los mexicanos se asentaron mayoritariamente en Plan Nueva Reforma, pero otras familias se ubicaron en Oaxaqueño, Villa Nueva, Monte Rico, Unión Frontera, Jocoquitán, Plan Las Vigas y Nueva Reforma, que se encuentran cercanas a la frontera con México. Ahora los mexicanos se han ubicado en casas propiedad de guatemaltecos, que les han dado en renta simbólica o en calidad de préstamo.

Desde que llegaron a Guatemala, los mexicanos han procurado estar al tanto de sus casas que están a pocos kilómetros de donde se ubican. Algunos hombres bajan durante el día, para hacer labores mínimas de limpieza y huir inmediatamente hacia territorio guatemalteco, donde tropas de la 19 Zona Militar de Huehuetenango mantiene una unidad.

El 8 de agosto, el comandante de la 36 Zona Militar de Ocosingo, Juan Torres llegó al frente de un grupo de soldados mexicanos desarmados todos, a bordo de varias camionetas, con la misión de instalar una cocina comunitaria, pero los desplazados se pararon para expresar que comida, “con la bendición de Dios”, la tienen en Guatemala. Que mejor procuraran brindar seguridad en territorio mexicano, para conseguir la tranquilidad que les habían arrebatado las organizaciones armadas que se disputan el territorio, pidieron.

Así, los soldados abandonaron Plan Nueva Reforma y a los pocos minutos ya estaban en territorio mexicano. Ahora los mexicanos, saben que la Guardia Nacional y Ejército mantiene operativos a lo largo de las comunidades que están asentadas por la carretera federal 201, pero ni así quieren regresar los mexicanos.

A los pocos días que habían entrado a Guatemala, diplomáticos y funcionarios mexicanos llegaron a Plan Nueva Reforma, para proponerles a los mexicanos que podían establecerse en un albergue del municipio de Tapachula, pero no lo aceptaron. Querían estar cerca de su tierra, hoy con sembradíos de maíz, frijol y hortalizas en mal estado. Durante estos dos meses de exilio en Guatemala, los mexicanos perdieron vehículos, motocicletas, herramientas agrícolas, aparatos electrodomésticos, enseres, semillas y otros productos que dejaron en sus hogares, cuando huyeron.

Las mujeres que hablan con los reporteros, lloran cuando cuentan el estado en que se encuentran sus viviendas. “El monte ha crecido. De nuestros animalitos que dejamos, como guajolotes y gallinas no queda nada. Todos murieron por falta de alimento”, dice una de ellas.

Hace 60 días, cuando los mexicanos llegaron a pedir refugio, los guatemaltecos tomaron la iniciativa inmediatamente en sus manos. Hacer 44 años, eran ellos los que habían huido hacia México, durante la guerra civil que cobró más de 200 mil víctimas mortales, 50 mil refugiados en México y 200 mil desplazados internos.

Audilio Epifanio Roblero Arreaga, alcalde de Cuilco, que ganó por la URNG y Maíz y sus padres, permanecieron refugiados en Tapachula, durante varios años.

El 25 de septiembre, día que entraron mayoritariamente los mexicanos a Guatemala, se vence los permisos que les otorgó el Instituto Guatemalteco de Migración, para su estancia legal en este territorio, pero confían que se les extienda por otros meses más el permiso, hasta que se logre la tranquilidad en el municipio donde viven.

Ese día, la comunidad ha fijado como plazo para que el grupo mayoritario de mexicanos que duerme en la escuela primaria, busque otras opciones para su pernocta.

El 25 de septiembre, para conmemorar el Día Mundial por la Paz, los 47 niños mexicanos, dos de ellos de kínder y los estudiantes de Guatemala, llevarán a cabo una celebración con bailables y cantos, como un solo pueblo, dice uno de los maestros que también pide no ser identificado.

En territorio mexicano las clases no se han reanudado. Datos oficiales revelan que unos 20 mil estudiantes no han regresado a las aulas, así como unos 5 mil maestros, pero algunos de ellos han empezado a dar clases en línea a estudiantes de bachillerato, secundaria y primaria. Los padres de familia que están en Guatemala, han recibido los mensajes vía WhatsApp, pero aseguran que en esta zona, “no hay buena señal de internet”, pero tampoco tienen dinero suficiente para comprar fichas para que sus hijos tomen clases a distancia.

A dos meses que abandonaron sus hogares, los 400 mexicanos, el miedo a que sean reclutados forzosamente por las organizaciones armadas, los espanta. Temen que se lleven a sus hijos para bloquear carreteras y otras labores que llevan a cabo los grupos armados. Por eso no quieren volver a sus hogares de manera definitiva.

Días antes de los enfrentamientos que se desarrollaron en la segunda quincena de julio, hombres armados ingresaron a una vivienda para llevarse a dos jóvenes de 25 y 15 años de edad, de lo que se desconoce su paradero hasta ahora.

El sol se va ocultando en las montañas de la Sierra Madre de Chiapas, que es una prolongación de las montañas guatemaltecas y en Plan Nuevo Reforma, la vida empieza apagarse. Uno de los maestros cuenta que cuando se dieron los enfrentamientos armados, una bala cayó en el techo del plantel. Ahora la ONU ha prometido construir una escuela de material. Se espera que el edificio tenga un salón para albergar a los más de 60 niños, un comedor, baños y cocina.

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