Silvia Núñez Esquer.- CIMACNoticias

Así, las “morras de Sonora” las nombra Viviana Quintana, joven cantautora coahuilense, quien escribió, compuso e interpreta el tema: “Canción sin miedo”.

Ella también utiliza el nombre artístico de “Vivir Quintana”, y para crear “Canción sin miedo” se inspiró en la fuerza, vitalidad y energía que han demostrado las jóvenes mexicanas para protestar y manifestarse contra las violencias de género que han ido en aumento en el país.

Tomar las calles, hacer pintas en las paredes y monumentos, romper puertas, quemar objetos a su paso, ha sido la forma que han encontrado para ser escuchadas después de los intentos múltiples por denunciar formalmente, sin que haya consecuencias para sus agresores.

El vigor de las últimas marchas, incluida la del 23 de febrero en Hermosillo, Sonora, nos habla de que cada vez más las jóvenes están tomando en sus manos la exigencia de justicia por los casos de feminicidio, pues en el país y en Sonora, las estadísticas las colocan en el grupo más vulnerable como posibles víctimas.

Las “pibes”, las “chamas”, las “morras”, son esas, las que dentro de su casa viven discriminación, pero salen a la calle y también son blanco de violencia. Esas que se suben a un transporte público y las manosean o incluso las ensucian con alguna eyaculación de un agresor, o peor aún, les rompen con tijeras el pantalón para ver sus genitales y/o glúteos.

Son las que van a la escuela y el compañero las acosa, y el maestro las hostiga sexual y/o escolarmente. Son las que nacieron ya con el paquete de leyes que se empezaron a armonizar con los tratados internacionales, y que buscaban la protección de los Derechos Humanos en general, y de las mujeres y niñas en particular.

Son las hijas de las que lucharon cuando pudieron, en un periodo en el que la sociedad veía feo al feminismo, cuando no estaba de moda como ahora. Las trató como exageradas, agitadoras, y hasta ridículas. 

Pero hoy sus hijas, y algunas nietas adolescentes ya no están dispuestas a seguir tolerando las violencias, y mucho menos ser carne de cañón de los feminicidas, ni de los delitos asociados.

Hoy conocen la legislación sobre el tema, la estudian, la dominan, exigen su cumplimiento. Pero sobre todo, se organizan con sus pares. Hoy día los colectivos feministas de jóvenes trabajan en forma horizontal, se convocan por igual en redes sociales, sólo que no para hacer una fiesta, sino para manifestarse, para caminar las calles de sus ciudades, para hermanarse con las otras, para llorar juntas y confortarse.

Las generaciones cuya juventud transcurrió en los años setentas, ochentas y noventas, ya solo somos espectadoras. Las acompañamos, las respaldamos, y nos dejamos dirigir por esa gran marea de juventud irreverente, indignada, que reclama una sola cosa: Vida libre de violencia para las mujeres.

El 23 de febrero pasado las “morras” de Sonora demostraron que tomaron las riendas del movimiento feminista. Sus diversas expresiones cupieron y caben en futuras marchas como las del 8 de marzo, a la que ya convocaron.

Y es que no es fácil habitar un mundo en el que 6 mujeres son asesinadas cada hora por hombres conocidos de ellas, según la Organización de Naciones Unidas.

En Sonora el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio ha documentado los casos de 610 mujeres y niñas asesinadas en la entidad en el periodo del 2008 a la fecha. Durante enero y febrero de 2019, se registraron 7 mujeres y niñas asesinadas, en tanto que en el mismo periodo pero del año 2020 se presentaron  22 víctimas.

A principios de año, se informó por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) que 117 mujeres y niñas fueron asesinadas en Sonora durante 2019. Fue el año más cruento y de mayor incidencia delictiva contra las mujeres y el feminicidio en particular, pues aumentó 45 por ciento en un año.

De los 117 casos de 2019, sólo 41 de ellos, se clasificaron como  feminicidio por la Fiscalía General de Justicia del Estado. Durante este sexenio estatal 324 mujeres han sido víctimas de privación de la vida en Sonora.

Algunos datos del SESNSP colocan a Sonora en los primeros lugares no sólo de feminicidio y otras muertes violentas de mujeres, sino en incidentes de violencias de género en diversos ámbitos.

Las cifras de llamadas de emergencia al 911 nos han mantenido en primer lugar en tasa de incidencia de violencia familiar por cada 100 mil mujeres durante los años 2017, 2018 y 2019.

El abuso sexual ha sido otro de los indicadores de llamadas de emergencia por incidentes de ese tipo. Se realizaron 606 llamadas en 2019, mientras que la tasa de incidencia para el mismo indicador fue de 39.7, primer lugar nacional en 2019.

El hostigamiento sexual se reportó 126 veces al 911 en 2019. El dato coloca a Sonora con una tasa por cada 100 mil mujeres de 8.3.

Al número de emergencia se hicieron 79 llamadas durante 2019 por incidentes de violación. Sin embargo, registrados como delito de violación se reportan 202 casos de víctimas en ese año.

En cuanto a violencia de pareja donde la víctima es mujer, se presentaron 18 mil 682 llamadas en el mismo periodo, equivalente a una tasa de un mil 223.2, que coloca a Sonora en el quinto lugar nacional.

Por eso y o por otras razones las “morras” de Sonora y las de otros estados saldrán este 8 de marzo a decirle a quien sea necesario que ya basta de tolerar las violencias sistemáticas contra ellas. Se quieren vivas, las queremos vivas y a salvo.

20/SNE/LGL

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