Anayeli García Martínez.- CIMACNoticias
Ciudad de México. Se pronostica que en las próximas décadas aumente la demanda de cuidados, por ello, los programas para responder deben considerar que esta tarea es una responsabilidad compartida entre mujeres y hombres y que debe ser redistribuida de acuerdo con los distintos tipos de familia, organizaciones sociales, empresas y el Estado.
Para que los sistemas de cuidado sean efectivos, indica el informe “Oportunidades y desafíos para la autonomía de las mujeres en el futuro escenario del trabajo”, elaborado por la División de Asuntos de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), es clave contemplar las necesidades de las personas que demandan cuidados.
De acuerdo con un estudio del Centro de Estudios para el Logro de la Igualdad de Género (CELIG) de la Cámara de Diputados, este sistema de cuidados es el conjunto de acciones públicas, justas y corresponsables, para ofrecer cuidados de calidad a la población que lo requiere y garantizar condiciones dignas de trabajo para las y los cuidadores.
A propósito de las medidas para detener la propagación a nivel mundial del COVID-19, el sábado 14 de marzo la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación Pública anunciaron el adelanto del receso escolar para el lunes 23 marzo, el cual finalizará el viernes 20 de abril, pero en redes sociales se ha cuestionado quién cuidará a niñas, niños y adolescentes que se quedarán en casa.
La preocupación se da porque no todos los centros de trabajo han tomado acciones al respecto. Sin embargo, la desigualdad en el tema de cuidados es una realidad cotidiana. Un análisis de la revista “Coyuntura Demográfica”, especializada en procesos demográficos en México, señala que la mayor desigualdad entre mujeres y hombres ocurre en los hogares donde hay hijas o hijos de tres años de edad o menos.
En esa circunstancia, indica el artículo titulado “Desigualdades horizontales: trabajo de cuidados y bienestar subjetivo a lo largo del ciclo de vida de las familias”, las mujeres dedican, en promedio semanal, 46 horas más que sus parejas a labores de cuidado directo e indirecto, equivalente a una jornada completa de trabajo remunerado.
Las etapas más igualitarias en la distribución del trabajo de cuidados son aquéllas en las que no hay presencia de hijos en el hogar, por lo que la reducción de la brecha de género se explica por la menor necesidad de cuidados para menores, pero no por una mayor dedicación de tiempo de los varones a estas actividades.
Hasta ahora solo en la Constitución Política de la Ciudad de México reconoce el derecho al cuidado. En el artículo 9 inciso B, se establece que: “Toda persona tiene derecho al cuidado que sustente su vida y le otorgue los elementos materiales y simbólicos para vivir en sociedad a lo largo de toda su vida”.
De acuerdo con la norma constitucional, las autoridades tienen el deber de establecer un sistema de cuidados que preste servicios públicos universales, accesibles, pertinentes, suficientes y de calidad y desarrolle políticas públicas. El sistema atenderá de manera prioritaria a las personas en situación de dependencia por enfermedad, discapacidad, ciclo vital, especialmente la infancia y la vejez y a quienes, de manera no remunerada, están a cargo de su cuidado.
En México, de acuerdo con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, en el ciclo escolar 2017-2018 había 25 millones 447 mil 467 niñas y niños y en educación básica, es decir preescolar, primaria y secundaria, quienes a partir del 23 de marzo se quedarán en casa en los horarios que acudían a la escuela. Algunos centros educativos adelantaron la medida a partir de este martes 17 de marzo.
En medio de este escenario, en años recientes organismos nacionales e internacionales como la CEPAL han señalado que las políticas de cuidados cada vez ocupan un lugar destacado en los debates sobre políticas públicas, pues se reconoce su importante contribución a la igualdad de género y, por tanto, al bienestar de las sociedades.
También, indican los informes, el trabajo de cuidados puede crear oportunidades de empleo y potenciar la incorporación de los distintos grupos sociales al mercado del trabajo. Aunque hay pocos análisis económicos sobre el trabajo de cuidados en contextos de epidemias.
En este sentido, un ámbito importante de acción es la construcción o el fortalecimiento de un sistema de cuidados que, además de aliviar la carga del trabajo no remunerado, permita hacer frente a la pobreza de tiempo de las mujeres y mejorar su participación en la fuerza de trabajo.
20/AGM/LGL