Por:  Raúl Ríos Trujillo
 
Hemos arribado a la ciudadanía digital con muchos vicios, en los últimos años se ha visto la aplicación de nuevos paradigmas de comunicación digital estrellarse en el muro de la ciudadanía, al parecer la resistencia al cambio es algo más profundo, tal vez quejarse es más fácil para el ciudadano. Antes de sentirse corresponsable ambivalente el ciudadano digital prefieren reñir, culpar, señalar, quejarse y quizá en última instancia construir ciudadanía. 
 
En concreto el periodo que en los últimos años hemos vivido como civilización ya no es de adaptación, la convergencia digital tecnológicamente hablando es un hecho del que no hay punto atrás, aunque pese tanto la brecha tecnológica y de igualdad social en los países latinoamericanos los medios de comunicación tradicionales han buscado infructuosamente incrustarse en el nuevo orden digital, algunos lo han logrado otros simplemente aprovechan los últimos estirones del sistema cuyo engranaje es lubricar el ego y la imagen de la clase gobernante, saben que más conveniente es nadar de a muertito.
 
En concreto estamos hablando de que a pesar de todo el universo de posibilidades que existen hoy en día para ejercer una comunicación efectiva en todos los ámbitos, la decisión siempre estará presente. ¿Cómo y para qué necesito usar la comunicación en un entorno de corresponsabilidad social? 
 
La comunicación como aparato de poder y dominación ha sido uno de los privilegios de la clase gobernante, el poder de manipular los mensajes, de vanagloriar e inflar los egos ha sido un preponderante de vital importancia, ahora mismo cuando se tienen todas las herramientas a la mano para cambiar el rumbo es difícil asumir ese papel.
 
Y esta visión de profundidad podemos visualizarla en nuestro propio ámbito de localidad, hace algunos días en Tuxtla Gutiérrez pudimos ver que la avería de uno de los brazos hídricos que en infraestructura nutren de agua potable a la capital afectó al núcleo poblacional más importante del estado de Chiapas.
 
Ante lo que podría suponer una pequeña crisis por la falta de agua en la zona norte poniente de la capital la oficina de prensa del Ayuntamiento resolvió emitir un comunicado de advertencia, pasarían quizá cinco días sin abastecimiento de agua, al mismo tiempo se anunciaron las obras para arreglar el desperfecto.
 
En menos de 4 horas el mensaje se viralizó en servicios de mensajería instantánea, en redes sociales se dejaron ver reacciones de todo tipo, enojo, quejas, reclamos airados, todo ocurrió en cuestión de horas incluso antes de que el agua en verdad empezara a escasear.
 
El presidente Carlos Molano ofreció una conferencia de prensa para enfrentar el asunto, algunos lo criticaron por salir a alarmar a la ciudadanía, otros lo tacharon de querer llamar la atención, todos reaccionaron para bien o para mal, lo cierto es que Tuxtla ha vivido en los últimos años crisis como estas en incontables ocasiones, algunas veces la ciudadanía se daba cuenta cuando el agua había faltado por más de 15 días, otras ni siquiera alcanzaba a reaccionar, las oficinas de comunicación asumían que ocultar el problema daba resultados.
 
Esto nos llama a la reflexión, una sociedad no acostumbrada a ser debidamente informada reacciona de forma imprevista ante lo que naturalmente debiera ser un diálogo normal con sus autoridades, ojalá las instituciones sacaran el mejor provecho de esta comunicación viva e inmediata que tenemos con un inmenso cuerpo social accesible a través de las redes y el internet, usar esta interacción para construir vínculo social siempre será una buena decisión.
 
Necesitamos revitalizar la comunicación institucional para hacerla socialmente efectiva y provocar corresponsabilidad, el experimento de la crisis por la avería del brazo norte es un ejemplar pretexto para entender que ante los cambios todos estamos reacios, nos faltaría ver si con un nuevo gobierno entendemos que como sociedad, antes de exigir también nos falta poner mucho de nuestra parte.

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