Enriqueta Burelo
Durante la época colonial lo que es hoy la republica mexicana y el estado de Chiapas no compartieron un destino común, ya que Chiapas, pertenecía a la Capitanía General de Guatemala, un periodo de la historia de la entidad, muy poco conocido, no sabemos cual era el trato dispensado a la población que habitaba este territorio, que tomó la decisión de declararse independiente.
Se menciona que la proclama se lleva a cabo en Comitán de Domínguez y que uno de los lideres fue el párroco Fray Matías de Córdova, en esos momentos se vivía el primer imperio, e Iturbide se manifestó interesado en anexar lo que hoy es Chiapas a la naciente nación, y así estuvimos por un buen tiempo, posteriormente a la caída de Iturbide, vivimos libres y soberanos por un corto periodo de tiempo, Chiapas Libre, mi pregunta, gira en torno a qué nos llevó a incorporarnos nuevamente a México, se dice que fue por voluntad propia, y se cita el famoso plebiscito, en septiembre de 1842. Se hizo el cómputo de los votos, siendo un 56% a favor de México, 35% por Guatemala y 9% votaron por ser independientes de ambos.
Lo que no se puede negar es que contrario a la tradición independentista y a la propia historia de movimientos sociales que son reprimidos, la independencia chiapaneca fue un evento que no fue violento.
Tal vez esa situación definió lo que decía Eraclio Zepeda: “la guerra nos llegaba a Chiapas en tiempos de paz y la guerra, en tiempos de paz”. Recordemos que la irrupción del EZLN en 1994, ocurrió en momentos en que las guerrillas centroamericanas negociaban la paz con sus respectivos gobiernos o ya la habían concretado.
Nuestra imaginación vuela y nos preguntamos qué hubiera pasado si hubiéramos permanecido libres y soberanos, hubiéramos sido una republica bananera en poder de la United Fruit que quitaba gobiernos como en Guatemala? nos hubieran sometido la bota de las dictaduras? o tal vez nuestras élites se hubieran transformado en grupos más radicales y en los extremos políticos de la ultraderecha, porque “el centro” es decir el gobierno federal, no les hubiera puesto diques.
Soñar o especular no tiene ninguna razón, lo que si duele, es que en esta incorporación de Chiapas a México, hemos salido perdiendo a pesar de nuestra riqueza patrimonial y cultural.
El norte nos acusa de “flojos”. El gobierno federal nos subsidia y simplemente, Chiapas no despegar económicamente hablando. La pobreza es lo que más se arraiga y no la esperanza de que esas condiciones, algún día cambien.
Hay regiones y países que si avanzan económicamente; si visitas Costa Rica, una nación que también vivió una sangrienta dictadura, pero que hoy representa un oasis económico y de conservación de su biodiversidad.
Chiapas, no tiene que pedirle nada a esta republica hermana. Entonces; qué pasa que no podemos despegar económicamente y sobre todo; se nos ha dificultado eliminar las desigualdades que nos pesan.
Será que; como dice nuestro secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, no somos tan inteligentes como los tabasqueños.
Me duele que seamos referentes cuando se habla de atraso, un ejemplo el nuevo libro Desigualdades del reconocido economista Raymundo M. Campos Vázquez, quien cita: “De todas las desigualdades que padece México, la regional es una de las más aberrantes: en este aspecto estamos peor que Chile y Colombia”.
En ese sentido, la Ciudad de México es casi siete veces más rica que el estado de Chiapas. Por eso, si la tendencia persiste, en cincuenta años la capital mexicana podría ser 14 veces más rica que Chiapas. Tanta desigualdad pone en riesgo la unión del país, que podría dividirse a causa de ella.
Lo peor de todo es que en lugar de cerrar esa brecha, la estamos ampliando, insiste Campos Vázquez en otro apartado del texto, el INEGI publica el PIB por entidad federativa desde 1980. Usando sus datos y los de la Conapo, podemos obtener la población de cada entidad y calcular el PIB per cápita o el ingreso por habitante, una medida que aproxima el bienestar de las personas en cada estado.
En 1980 Chiapas tenía un ingreso por habitante cercano a los 74 mil pesos, mientras que en la Ciudad de México era de 154 mil y en Nuevo León de 152 mil (ajustados por inflación para el año 2013). En otras palabras, la Ciudad de México y Nuevo León tenían el doble de ingresos por habitante que Chiapas.
Para 2021, la Ciudad de México tiene un ingreso por habitante de 321 mil pesos, Nuevo León de 240 mil y Chiapas de 47 mil. Es decir, Chiapas es más pobre hoy de lo que era en 1980, hace más de cuarenta años, y la Ciudad de México es ahora casi siete veces más rica que Chiapas y Nuevo León es cinco veces más rico que Chiapas.
La desigualdad afecta desde nuestras relaciones sociales hasta nuestra manera de pensar y, por supuesto, tiene injerencia en las decisiones que tomamos. Los mexicanos, de manera libre y democrática, habremos de decidir en qué tipo de sociedad queremos vivir.
Las y los chiapanecos debemos exigir a la federación la firma de un nuevo pacto político. El gobierno federal nos subsidia para sobrevivir con programas sociales, pero en el norte, los subsidios son para producir. Tarifas eléctricas, agua para uso industrial, comunicaciones modernas, puertos y etcétera. Los más modernos y funcionales están en el norte del país. No tenemos como país, un desarrollo regional equilibrado.
Si vivimos en una república federal, la distribución de la riqueza debe darse con equidad, un término de justicia social que implica equilibrar lo que está tan disparejo.
Debemos decidir también que queremos?, la rectoría del estado?, volver a otros tiempos, o una distribución más equilibrada de funciones?.
Al estado le corresponde el crear las condiciones para el crecimiento; ser una especie de ente regulador, y brindar los servicios que le atañen como ha sido hasta hoy y que estos sean de mejor calidad.
Que nos toca a las y los chiapanecos? trabajar y ser innovadores, que los empresarios sean empresarios y no quieran ser políticos, y que la clase política haga su trabajo con responsabilidad, es decir que esté conformada por políticos y políticas profesionales, que vivan para la política como señalaba Max Weber, donde se actúa por vocación y no vivir de la política; o sea en la adquisición de bienes para beneficiarse a sí mismo.
El futuro no se presenta halagüeño me hace pensar en finales apocalípticos, así que a pensar en el 2024 con sensatez e inteligencia.