Ofrecerán su trabajo en bazar en línea
CIMAC- Sandra de los Santos
Tuxtla Gutiérrez, Chis..- 21/08/2019.- Ofelia López Cruz hasta hace tres años se dedicaba a cosechar en los cafetales, a las labores de la casa y cuidar de sus hijos en el ejido Puebla municipio de Chenalhó, en Chiapas, pero el 26 de mayo del 2016 tuvo que salir con lo que traía puesto de su casa porque la amenaza de que el grupo paramilitar que opera en la zona pudiera asesinarlos era inminente.
Al primer lugar que llegó a refugiarse junto con unas 250 familias más fue la propia cabecera municipal de Chenalhó. Mientras estuvo en la cabecera municipal aprendió a bordar. Ofelia, como las otras mujeres del ejido Puebla, antes solo hacía su ropa tradicional que es diferente a la que realizan para vender.
“Dice que le enseñó a bordar una señora de Chenalhó, que les dijo que tenían que hacer algo para ganar dinero y poder mantener a sus hijos”, me explica Araceli Cruz López, una de las pocas mujeres desplazadas que habla español y que realiza la labor de interprete y representante del grupo de personas desplazadas.
La ropa tradicional de las mujeres tsotsiles de Chenalhó tiene un costo entre los mil 200 y 2 mil 600 pesos de acuerdo al bordado y la calidad de los hilos por lo que es difícil su comercialización, así que las artesanas tienen que hacer blusas de manta con un trabajo manual más sencillo. Este tipo de prendas son las que aprendieron hacer cuando salieron de su comunidad de origen, para la mayoría de ellas fue fácil porque ya traían la experiencia de trabajar su propia vestimenta de manera más elaborada.
El realizar una blusa de estas les lleva entre tres y cuatro días, en cambio, las tradicionales que usan requiere un trabajo de varios meses.
Pero, comercializar estas nuevas blusas tampoco es fácil. Debido a la condición en que se encuentran no pueden salir a venderlas, así que tienen que aceptar los precios que les ofrecen los revendedores. Terminan ganando entre 20 y 30 pesos por prenda porque la mayor parte de la ganancia se la llevan los llamados “coyotes”.
A las mujeres artesanas les cuesta salir del campamento en el que se encuentran refugiadas en San Cristóbal de las Casas porque la mayoría no habla español, además, de que temen ser agredidas por los paramilitares que las han amenazado. Cuando salen lo hacen en grupo y es para manifestarse y exigirle al gobierno condiciones para su retorno.
Para las mujeres la situación de desplazamiento ha sido más difícil, muchas se han quedado solas con sus hijos porque los hombres cuando vieron que la situación empeoraba decidieron irse, las abandonaron. En algunos casos no solo se tienen que hacer cargo de sus hijos, sino también de sus padres o hasta de sus suegros.
La experiencia que tienen para sostenerse en la ciudad sirve poco para lograr un ingreso económico por eso es que se apuraron a aprender a hacer prendas para vender.
Con la intención de que ellas mismas pudieran ofrecer sus productos, el pasado sábado 17 de agosto se realizó un bazar en el Museo de la Ciudad de Tuxtla, pero el resultado no fue el esperado. La lluvia jugó en contra del evento.
Pero, las desplazadas junto al colectivo “Las hechiceras” decidieron empezar a comercializar los productos de manera permanente en la tienda del Museo de la Ciudad de Tuxtla, además, de hacer un catálogo en línea para que las personas de otros estados de la República también puedan adquirir las prendas.
Nidia Chávez, integrante del colectivo “Las hechiceras” comentó que de manera íntegra el recurso se irá a las artesanas ya sea que lo compren en la tienda del Museo o en línea.
Para las mujeres artesanas el hacer estas blusas no sólo es una forma de adquirir recursos económicos, es también, su manera de resistir, de distraerse en estos momentos difíciles, llenar de colores su vida aun estando en las condiciones más adversas. Es sostenerse con dignidad.