El Museo de la Ciudad de Tuxtla, colocó un altar de muertos para recordar que México es el segundo lugar a nivel mundial en crímenes de odio, y con el objetivo de fomentar la sensibilización de la población en torno de las problemáticas que enfrenta la comunidad LGBTQI+.

En el altar fueron colocadas 35 fotografías de personas transexuales y travestis asesinadas en los años 90s durante el gobierno de Patrocinio González Garrido; activistas por los derechos sexuales y reproductivos, artistas e integrantes de la comunidad gay 

Roberto Ramos Maza, cronista y especialista en temas de la ciudad, señaló que si bien la muerte iguala a todas las personas, hay, sin embargo muertes que siguen sin igualar en derechos; muertes que suponen, no el pleno reconocimiento de los difuntos, sino velos de vergüenza y prejuicios extendidos a menudo por el entorno mas cercano de quien se va. 

Explicó que algunas de las circunstancias que rodean a menudo la muerte de la comunidad LGBTQI+ es que las parejas no son consideradas en los servicios funerarios -ni en derechos testamentarios-, “hombres y mujeres vestidos con ropas que no corresponden a su género, crímenes ocultos para satisfacción e impunidad de asesinos”.

“De ahí la importancia de visibilidad a todos y todas en cada ocasión que encadene el calendario ritual y cívico, pues contribuye a restañar heridas, a abrir, aunque sea poco a poco, los caminos de la justicia y la equidad”. 

Sin adentrarse a las estadísticas que siguen mostrando a nuestro país, Ramos Maza señaló que nuestra sociedad, es altamente discriminadora en cuestiones raciales, étnicas, de orientación sexual, de situación socioeconómica, de identidad de género, por lo que quienes forman parte de los colectivos LGBTQI, continúan en vida y en muerte padeciendo la marginación o una visibilidad difuminada. 

La ofrenda destaca también a quienes a causa de su personal manera de vivir padecieron el odio, la marginación, y el crimen. 

“Resaltar todo lo que conformó la personalidad y la sensibilidad de muchas personas que han contribuido con su talento, trabajo y esfuerzo al desarrollo de la comunidad desde el arte, la ciencia, la política, la cultura”. 

El altar,  refiere Ramos Maza, “es un pequeño peldaño en la ardua escala de libertad y justicia. Todos en la vida, tenemos esa escalera por delante. Tendríamos que tener esa conciencia de vida y también de muerte”. 


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