Gabriela Coutino/Fredy Martín Pérez.
Del otro lado del río Suchiate, en territorio guatemalteco, se encuentra la aldea Nicá, del municipio de Malacatán, San Marcos, donde hace un par de semanas se plantó un joven para hablarles a los pobladores que él podía llevar a sus familiares a los Estados Unidos, en una ruta “poco vigila y segura”, pero quienes desearan, deberían de pagar 15 mil quetzales por adelantado y para traspasar la siguiente frontera otros 10 mil dólares.
Muchos de los campesinos creyeron en las palabras de ese joven desconocido, del que no saben su identidad y horas después, comunicaron la noticia a sus hijos, esposas y familiares que se encuentran en los Estados Unidos, para decir que “este era el momento”, para emprender el viaje que habían esperado varios meses, solo que de la Costa ascenderían hacia el Altiplano guatemalteco, para continuar hacia La Mesilla, donde iniciarían el recorrido de más de 2 mil 713 kilómetros hasta la frontera con los Estados Unidos.
El campesino Catarino Cash no lo pensó más y pidió el préstamo para que su hijo Félix Cash, que en unos días más cumplirá 18 años de edad, emprendiera el viaje junto con otros jóvenes hombres y mujeres que viven en la margen del río que conocen como Nicá y que le da nombre a la aldea, habitada por más de un millar de habitantes en su mayoría campesinos y comerciantes.
Félix tenía como meta Atlanta, Georgia, donde buscaría trabajo en la industria de la construcción y poder pagar los 10 mil dólares y los 15 mil quetzales que su padre Catarino había pedido prestado con un conocido.
Catarino cuando supo que el camión en el que viajaba su hijo había volcado, no lo pensó más y se trasladó a Tuxtla Gutiérrez, donde llegó el viernes por la tarde, después de haber recorrido más de 470 kilómetros desde la alcalde Nicá. Ahora solo espera que el Ministerio Público le entregue el cuerpo de su hijo, para poder regresar a Guatemala.
El pasado jueves unas horas antes de la tragedia, Martha Cardona, recibió una llamada telefónica de su esposo Roldán Alberto López Estrada, de 27 años de edad, hasta San Antonio Sacatepéquez, donde supo que su cónyuge ya se encontraba en San Cristóbal de las Casas y que al caer la noche estaría cerca de alcanzar el estado de Veracruz, en la ruta que los llevaría hacía el Río Bravo, donde aguardaría unos días, para cruzar a los Estados Unidos.
Pero es llamada le avivó a Martha el mal presentimiento que tenía, el pasado lunes, cuando Roldán Alberto se despidió de ella y de sus hijos, para decirle que se iría a los Estados Unidos, porque quería mejorar la casa y que sus hijos siguieran estudiando. Antes de salir, el campesino tomó un plumón, para escribir en las suelas de sus zapatos su nombre: “Roldán Alberto”, por si llegara a suceder algo en el camino que iba a emprender.
Ese lunes 4 de marzo, cuando el campesino se despidió, Martha le suplicó que mejor no hiciera ese viaje, porque le abandonaba ese mal presentimiento. Era demasiado tarde. El campesino pudo ver a lo lejos el volcán de San Antonio, rodeado de esa tierra café con sembradíos de hortalizas, calabaza y maíz, pero no quiso regresar. Entre lo más valioso de sus pertenencias, el campesino guardaba celosamente su DPI.
Martha recuerda que ese día que se despidió de su esposo le rogó que no hiciera ese viaje, pero “él no me escuchó”, porque estaba convencido de que iba llegar a los Estados unidos.
Roldán Alberto y otro vecino de San Antonio pagaron al coyote 87 mil quetzales, dinero que pidieron prestado.
Las familias de los fallecidos al conocer las noticias que circulaban en los medios y redes sociales, tomaron lo que tenían a la mano y se acercaron a la frontera con México. Raúl Estrada salió el viernes de San Antonio hacia la costa para ingresar a territorio mexicano por el puente de Talismán para buscar a su sobrino, que es uno de los 23 fallecidos en el accidente del pasado jueves por la tarde.
De la aldea Nicá, Abel Avelino López, busca a la novia de su hijo, Yesica Magdalena Pérez Gómez, que a igual que el joven Félix tenía como objetivo llegar a Atlanta, Georgia, para reunirse con su prometido que hace unos meses emigró a los Estados Unidos.
La bonanza que vive el joven quiso compartirla con su novia y por eso, hizo un giro bancario para que Yesica pudiera pagar al coyote que lo llevaría hasta Atlanta.
Los padre de Yesica no pudieron trasladarse hacia Tuxtla Gutiérrez, por la fata de dinero y documentos, para buscar en el Servicio Médico Forense (Semefo) su cuerpo.
A dos días del accidente, el joven José Saturnino Quiguán Gabriel, de 17 años de edad, logró sobrevivir a pesar de que sufrió daños cráneofaciales, pero minutos después de que llegó en estado inconsciente al Hospital Gilberto Gómez Maza, fue intervenido y hoy se encuentra en recuperación.
Tres guatemaltecos que llegaron en estado grave de salud, también ingresaron a cirugía y su estado de salud ha mejorado notablemente, informaron médicos del nosocomio.
El director del Hospital, Heriberto Saldívar Farrera, explicó que cuando empezaron a recibir los primero lesionados, “todos venían con muchos dolores” y los que estaban conscientes “venían en estado de shock, por el impacto del accidente”.
Ante el numeroso grupo de lesionados, los médicos acordaron atender a los de mayor gravedad en el Gilberto Gómez Maza, pero los que sufrieron lesiones de menor consideración, los llevaron a clínicas de la Secretaría de Salud de Chiapa de Corzo y Berriozabal y al Hospital del ISSSTE (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado).
De acuerdo a testimonios que han reunido los médicos, al caer el camión al barranco, de una altura de cinco metros, los guatemaltecos salieron proyectados de la caja donde viajaban hacinados.