Chichonal 37 años después 

Tuxtla Gutiérrez, Chis. 31 Mar.- Con rechazos y protestas a los proyectos extractivos, pueblos Zoques de la región norte de Chiapas conmemoraron 37 años de las erupciones del Volcán Chichonal, porque “depredan y los despojan de sus territorios, y ponen en riesgo el equilibrio ambiental y la vida” de los pueblos originarios.

Músicos y danzantes ataviados con indumentarias de sus pueblos interpretaron música  ancestral con tambor y carrizo para rendir honores a  Pyowa tyzu’we (La mujer que arde), la guardiana del volcán, de acuerdo a la leyenda Zoque.  

Como cada año, este fin de mes pobladores y representantes de comunidades acudieron en procesión a los alrededores del  volcán para  agradecer a “la Madre Tierra su convivencia y los frutos” que obtienen con su trabajo diario y en armonía con  el entorno.

Pidieron a la vigía de El Chichonal que “calme sus iras” para que no se repitan los episodios violentos de destrucción y muerte de hace 37 años.

Los lugareños montaron altares y ceremoniales.  Envueltos en el humo del incienso ( mirra, estoraque y copal) con velas , flores y fotografías de familiares, parientes y amigos, rindieron memoria a los muertos y sobrevivientes del también llamado Chichón.

Las actividades conmemorativas reunieron lugareños y más de 500 delegados y representantes comunitarios  de la región en el domo del municipio de Chapultenango, donde denunciaron que  sus tierras se encuentran amenazadas por los proyectos mineros, petroleros y de aprovechamiento  hidráulico. “Nuevamente pretende llevarse el agua, el petróleo, el oro y la plata”, alertaron.

Los zoques integrados en el Movimiento Indígena del Pueblo Creyente Zoque en Defensa de la Vida y el Territorio (Zodevite) denunciaron que la actividades extractivas  contaminan las aguas y mantos freáticos, producen  residuos tóxicos, agotamiento, escasez  y destrucción de bienes naturales,  daños a la  fauna y  la biodiversidad.

Señalaron que a partir de 2017, hasta 2050 se considera la apertura de 12 pozos petroleros en 84 mil 500 hectáreas, 11 concesiones mineras en una superficie de 70 mil hectáreas y una central geotérmica sobre 15 mil hectáreas en las inmediaciones del volcán Chichonal.

A esos proyectos se integran el de una represa en la comunidad San Antonio Poyanó, en el municipio de Ocotepec y un parque ecoturístico en la ruta del volcán. 

A esos proyectos, los pueblos Zoques de los  municipios de  Francisco León, Chapultenango,  Tecpatan, Ixtacomitán, Juárez, Rayón, Solosuchiapa e Ixhuatán ratificaron su resistencia pacífica en contra de la serie de proyectos extractivos planteados para realizarse en esa región, porque alteran el cauce y flujo de ríos, impactan tierras de  cultivo y la pesca con metales pesados, altas concentraciones de químicos que causan diversas enfermedades, varias de ellas mortales.

Las erupciones del volcán Chichonal, asentado entre los límites municipales de Francisco León y Chapultenango, iniciaron el 28 de marzo al 4 de abril de 1982, dejando  más de 2 mil muertos, desplazaron 22 mil 351 personas de 7 municipios, y daños en 37 mil 733 hectáreas de tierras ejidales y privadas.

Los sobrevivientes del Chichonal 

Fermín Ledesma Domínguez, investigador y sobreviviente, dijo que las erupciones del Chichonal representó para los Zoques un cambio violento en su vida cotidiana, que provocó rupturas territoriales agravadas por la presencia o ausencia del Estado. 

Explicó que a la fecha, la presencia los pueblos originarios en áreas volcánicas se debió a un proceso histórico de colonización de zonas de riesgos, empujadas por políticas agrarias que  resultaron en “políticas de exterminio”

Debido a que la política de reubicación del gobierno fue orientada como “una colonización” dirigida hacia espacios inhóspitos o culturalmente inapropiados para los Zoques, los cuales, generaron escenarios de xenofobia, racismo, discriminación, estigma y conflictos por tierras en los nuevos lugares de asentamientos como los municipios de  Rayón, Acala y Chiapa de Corzo.

A más de tres décadas, esos problemas tienen repercusiones en las relaciones inter e intra étnicas y comunitarias, afirmó Ledezma Domínguez académico de la UNACH.

Agregó que en  22 grupos familiares se formaron 19 asentamientos en 12 municipios. Algunas familias se adjuntaron a poblados que ya existían como Liquidambar en Villaflores y el Valle del Uxpanapa en Veracruz donde ocuparon pequeñas porciones de tierras ante la ausencia de sus antiguos pobladores.

Pero hubo quienes nunca recibieron tierras, como los de San Antonio Las Lomas en Ixtacomitán, Guadalajara y los del Barrio San Sebastián en Ocotepec, Chiapas, y se convirtieron así  en campesinos sin tierras, o Jornaleros,  aunque otros fueron a parar como albañiles o trabajadoras domésticas en Villahermosa, Tabasco, relató. 

El investigador agregó que la peor reubicación, fue el traslado de familias Zoques al Valle de Santo Domingo, en la Selva Lacandona, donde construyeron el poblado Nuevo Francisco León. Allí algunos murieron de enfermedades y otros por depresión.

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