Por Ángeles Mariscal, Samuel Revueltas, Gabriela Coutiño, Gustavo Caballero e Isaín Mandujano

¿Cuántas personas en Chiapas pueden pagar 42 mil 678 pesos para adquirir, de manera independiente, el tratamiento e insumos que les permitan superar el contagio de COVID-19? En el estado, sólo una de cada tres personas que han enfermado del nuevo coronavirus, ha logrado acceder a los servicios de salud pública; el 75 por ciento vive en condiciones de pobreza, ganando apenas un salario mínimo. La alternativa para adquirir el tratamiento es endeudarse o morir.

“Mi padre empezó con síntomas el 27 de mayo. Él no tiene servicios de salud porque trabajó en un taller mecánico. De todos modos, decidimos ir al Hospital Gómez Maza; nos rechazaron, nos dijeron que no atendía a pacientes con posible COVID, nos mandaron al Poliforum y nos rechazaron también, que porque no tenía síntomas graves. Para el día 29 se empezó a poner mal, le costaba respirar. Hablé con mis hermanas y entre todos juntamos para llamar a un médico particular que viniera a verlo a la casa”, explica Julio Celis.

Él es una de las 136 personas que participaron en el monitoreo que realizaron los portales Chiapas Paralelo, Alerta Chiapas y Gabriela Coutiño: Periodismo en Libertad, para conocer cuáles han sido los costos que la población de Chiapas ha tenido que asumir, cuando ellas, o uno de sus familiares enferma.

Julio trabaja en el área administrativa de una tienda de autoservicio, tiene dos hermanas, una es ama de casa sin ingresos; la otra empleada de una tienda de autopartes. Su padre atiende esporádicamente algunos servicios mecánicos de quienes fueron sus clientes, su mamá no tiene ingresos. Viven “bien, pero al día”.

“El médico nos dijo que mi padre necesitaba ivermectina, azitromicina, oseltamivir, dexametasona, ambroxol, y unas inyecciones que costaban más de 400 pesos cada una; había que ponerle dos al día durante dos semanas. También necesitó tanque de oxígeno. Simplemente no teníamos para pagar todo esto. Mi hermana pidió un préstamo de 23 mil pesos en su trabajo, y aparte pusimos al menos otros 15 mil de los que juntamos entre mi familia. Por fortuna mi papá la libró. Aún sigue con tratamiento y gastos de medicina y consultas, aún tenemos que ayudar a mi hermana a pagar el préstamo, pero mi papá ya la libró”.

No fue el caso de Damián “N”, un hombre de 68 años, ex policía. Celestina, su esposa, explicó en entrevista telefónica que no logró que lo recibieran en el hospital del ISSSTE, “el día 28 de junio se puso muy mal, necesitaba oxígeno, pero nos pedían 9 mil pesos para rentar el tanque. Llamé a la familia, busqué quién me hiciera un préstamo, pero en lo que juntamos el dinero, mi esposo falleció… El dinero que conseguimos, nos sirvió para pagar el entierro”.

Medicamentos, consultas, estudios…

Otras personas que compartieron sus testimonios, detallaron los medicamentos e insumos que han adquirido para atender a sus enfermos. “Ivermectina, azitromicina, oseltamivir, los tres (adquiridos) con revendedores en redes. Redoxón, aspirina protec, histofil, paracetamol, XL3 antiviral, antiflú, todos esos medicamentos para los tres pacientes enfermos de mi casa. Y para mi mamá, aparte compré un aparato para checar la presión, glucómetro para (monitorear) la azúcar, un nebulizador y sus respectivos medicamentos que no recuerdo el nombre, eran dos diferentes, uno de ellos es como para asma. El doctor particular que llegó a revisar a mi mamá se los recetó todo”.

“Nos enfermamos tres personas, gastamos 50 mil entre los tres y eso que ninguno se puso grave”, “Mis papás fueron diagnosticados, ambos tienen servicio médico ISSSTE. Sin embargo, se tuvo que recurrir a estudios, médico y medicamentos privados”, “Aunque los medicamentos son en su mayoría económicos los gastos que se acumularon fue porque mi tío falleció y sólo el servicio funerario nos cobraron 12 mil pesos, y los medicamentos así como estudios son más o menos esos gastos”, “Nos enfermamos cinco personas adultas y eso gastamos en medicamentos y consulta particular para una persona de la tercera edad, solo una persona fue atendida en el Poliforum”.

Chiapas Paralelo, Alerta Chiapas y Gabriela Coutiño: Periodismo en Libertad, buscamos los costos de los medicamentos, oxígeno, insumos, consultas médicas, estudios de laboratorio. De acuerdo a los precios que hay en el mercado formal como farmacias; e informal, como la venta en redes sociales, consultamos a un especialista para ver los requerimientos de una persona atendida en casa, con síntomas graves que requiera oxígeno y estudios de laboratorio. El costo que tendría que derogar, es de 42 mil 678 pesos (consultar tablas con precios).

El gasto promedio por paciente enfermo de COVID-19, que hicieron las 136 personas que participaron en el monitoreo, fue de 16 mil 283 pesos. Solo la compra del cuadro básico de medicamentos para tratar el virus, sale en 750 pesos si se adquiere en una farmacia, y en mil 772 si es en el mercado informal.

Acceder a un nosocomio privado, es un privilegio. En la capital de Chiapas el único autorizado es el Hospital San Lucas. En este lugar, el costo por día está entre 80 mil y 100 mil pesos; incluye atención de médicos especialistas, servicios de enfermería, medicamentos e insumos.

Adicionalmente, hay familias que han optado en complementar los medicamentos con medicina tradicional y otros productos como el agua de coco, inhalaciones de eucalipto y ungüento de mentol (vaporub); té de limón con aspirinas y canela; té de limón con canela, manzanilla, miel, ajo, cáscara de naranja y jengibre; sueros y jarabes naturistas; tratamientos que representan un gasto adicional.

Las “clínicas COVID” del secretario de Salud

El sistema de salud pública de Chiapas, ya con problemas estructurales desde antes de la pandemia, cerró aún más la pinza a la población, cuando el secretario de salud, José Manuel Cruz Castellanos, determinó que sólo se atendería a pacientes afectados por el nuevo coronavirus en 13 “Clínicas COVID”, creadas en muchos casos de la nada.

Las diferencias que el funcionario ha tenido con directores, médicos y el sindicato de salud, lo impulsó a negarles la posibilidad de atender a pacientes afectados. También les negó la dotación de insumos y medicamentos para atender a estos pacientes. Con ello lanzó a los enfermos a la nada, a buscarse por sí mismos la sobrevivencia.

De acuerdo a los testimonios de cientos de personas que han participado en los monitoreos para los reportajes, el sistema de salud pública no atendió a tres de cada cuatro enfermos de COVID-19 que requirieron sus servicios. Son los que, sin otra alternativa, buscaron los servicios privados, los que tuvieron que ver la forma de comprar por cuenta propia los medicamentos e insumos.

Solo desde hace una semana, hay en algunos municipios, “brigadas” de salud que recorren contadas colonias con algunos kits de medicamentos. Aún son necesarios, pero siguen siendo insuficientes, si consideramos que Chiapas tiene 23 mil localidades. 

La pesadilla de enfermarse

El economista Gerardo Coutiño refiere que en la situación económica actual, donde ocho de cada 10 chiapanecos viven en situación de pobreza, y donde siete de cada 10 no logran acceder a los servicios de salud pública, “enfermarse es una pesadilla”.

“Los rezagos estatales tal parecieran que le dictan a los más vulnerables: No tienes derecho a enfermarte. Chiapas es el último lugar nacional en casi todos los indicadores. Ya sea de salud, de ingresos, de competitividad, etcétera. Somos el estado más pobre y desigual”.

Refiere que estadísticamente el nivel de pobreza en Chiapas es prácticamente igual a la que se registró hace 10 años, “así que la pandemia, es una pesadilla sobre la pesadilla de la pobreza”.

“Los especialistas en salud pública dicen que obviamente enfermarse tiene sus costos. La pesadilla llega cuando no se cuenta con seguridad laboral, seguro médico o los ingresos no alcanzan para pagar un médico o un tratamiento médico, como el del COVID-19”.

Coutiño detalla que Chiapas tiene un sistema de salud que no garantiza la atención oportuna ante la pandemia; además, la dispersión poblacional dificulta esa atención y la encarece. El resultado -señala-, es que muy pocos chiapanecos pueden pagar un servicio privado, “sus salarios no se los permite”.

Chiapas camina rumbo a los cuatros meses de la pandemia, con una curva de contagios en ascenso, y un subregistro de personas enfermas y fallecidas; en medio de contradicciones y confrontaciones al interior de quienes forman parte del sistema de salud, en medio de la pobreza estructural que coloca a la población al límite, literalmente, entre la vida y la muerte.

Termina otra semana difícil para Chiapas en el tema de la pandemia

La semana que termina fue intensa, por las protestas de los trabajadores y personal médico que siguen exigiendo insumos, mejores condiciones laborales y mejor equipo de protección para contener el Coronavirus.

En cada delegación de la sección 50, los profesionales de la salud se manifestaron subiendo un video a redes sociales, además colgaron mantas donde informan a la población que al no contar con equipamiento e insumos necesarios no están en condiciones de atender a la ciudadania que presenta síntomas de Covid.

De nueva cuenta, los trabajadores de la salud, insisten en la renuncia del secretario de Salud, José Manuel Cruz Castellanos.

Fue una semana también donde el gremio empresarial y de servicios colgó mantas exigiendo que el estado entre a la Nueva Normalidad, o en su caso se brinden apoyos económicos a empleadores y asalariados.

En la semana que termina también fue notoria la falta de coordinación o el manejo de doble estadística entre el gobierno federal y el estatal. De acuerdo al Secretario José Manuel Cruz Castellanos, nos preparamos para que Chiapas entrara a la nueva normalidad, por la tarde el Subsecretario Lopez Gattel desmintió los datos chiapanecos y el estado retrocedió al semáforo rojo donde se suspenden hasta nuevo aviso los servicios.

Los restauranteros y todos los empresarios del ramo de servicios se habían preparado para abrir sus negocios bajo el reglamento de la Nueva Normalidad, pero el retroceso del semáforo los obligó a otra semana más de confinamiento.

Otro asunto que definió la semana fue la cancelación de las conferencias de prensa del Secretario de Salud estatal. El desgaste por las descalificaciones, el ocultamiento de las cifras, la negación de la realidad y el desbordamiento en los hospitales, le pasó un costo político al secretario al dejar de ser una voz autorizada, un costo político que tarde que temprano el gobierno del estado tendrá que asumir.

El haber cancelado las conferencias de prensa, propicia que el trabajo gubernamental para atender esta emergencia se vuelva opaco, poco transparente que a la larga también significará un costo político porque atenta contra la credibilidad.

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