Por: Enriqueta Burelo Melgar
En un texto escrito por Lorenzo Meyer para la revista Vuelta, que resulta interesante revisar, el historiador señala una serie de puntos relevantes que hoy a la luz de otra época nos parecen no tener sentido, sin embargo, para los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, la revolución mexicana presentaba un peligro para sus intereses que no coincidían del todo, desde el punto de vista del ministro británico, Owen St. Clair O Malley, el gobierno del General Cárdenas en 1938, México había caído en un socialismo avanzado que podía llevar a la quiebra a la economía mexicana, y poner fin a su objetivo mismo la mejoría de las clases trabajadoras. Esperaban lograr el apoyo de Estados Unidos, sin embargo, en esos momentos, los intereses de este país estaban enfocados en otros temas. En 1938 para este país, el enfoque no estaba en la industria petrolera sino la consolidación de una alianza interamericana ante el desmoronamiento sistema surgido a raíz de la paz de Versalles y la amenaza de una nueva conflagración.
Para Estados Unidos, gobernado por Franklin D. Roosevelt, México estaba en su derecho como nación soberana expropiar la industria petrolera, su insistencia residía en el pago inmediato de la indemnización, la duda para los británicos residía en que, si no se había logrado que México pagara en su totalidad la indemnización a los ciudadanos británicos afectados por la Revolución, resultaría aún más complejo que nuestro país, pagara en 10 años la indemnización correspondiente.
Sin embargo, el gobierno de México insistió en que, si países con mayor capacidad económica no pagaban sus deudas a tiempo, lo adecuado era la propuesta de pagar a 10 años, el resarcimiento por concepto de la expropiación petrolera. Y en el tema político, el país vecino le preocupaba que, si apoyaba la caída del Gobierno de Cárdenas, podría arribar un gobierno de corte fascista que no convenía a sus intereses.
El gobierno de México tomo la decisión de retirar a sus diplomáticos en Londres, ante ello, el gobierno británico solicitó al de Estados Unidos que le llevará los asuntos mexicanos, pero este país declinó, aduciendo que no deseaba que se pensará que ambos países estaban en la misma posición frente a la expropiación, así que fue Finlandia y luego Holanda quienes se encargaron de las negociaciones, sin romper relaciones con nuestro gobierno. A Gran Bretaña le preocupó que esta acción del gobierno mexicano, fuera imitada por otros países.
Es en este contexto que el 18 de marzo de 1938, Cárdenas dio su decreto por la radio nacional. Pidió el apoyo de los ciudadanos para “salvar al petróleo mexicano y el pisoteado honor nacional de México” a las 22.00 horas el presidente Lázaro Cárdenas del Río decretó la expropiación de las empresas petroleras. El Gobierno se apropió legalmente de 17 compañías extranjeras que controlaban la industria.
En su mensaje a la nación dejó claro que, conforme a la situación del país, de la industria y de los trabajadores, no existía otra opción; “habiendo quedado rotos los contratos de trabajo entre las compañías y sus trabajadores, por haberlo así resuelto las autoridades del trabajo, de no ocupar el Gobierno las instalaciones de las compañías, vendría la paralización inmediata de la industria petrolera, ocasionando esto males incalculables al resto de la industria y a la economía general del país”.
Los mexicanos salieron a celebrar a las calles con pancartas que apoyaban la decisión presidencial, se reunieron 200,000 personas de manera espontánea en el Zócalo de la Ciudad de México y llevaban toda clase de donaciones para cumplir con la indemnización correspondiente que Cárdenas había pactado con las empresas extranjeras, 200,000 personas movidas por el fervor nacionalista y que llegan por su propio al Zócalo, representa una manifestación diferente a la que la que hoy se presenta, en la que la movilización es provocada.
Como paso siguiente se creó el Centro de Redención Económica Nacional y el Comité Femenino Nacional Propago de la Indemnización Petrolera. El 12 de abril se recibieron donativos en efectivo y en especie de ciudadanos de todos los estratos sociales y de todo tipo, “desde joyas hasta animales traídos de las granjas”, de acuerdo con el relato de Lorenzo Meyer.
Entre los papeles de mi abuelo Francisco J. Burelo Madrazo, quien fuera diputado federal y primer presidente del PRI en Chiapas cuando este cambia de nombre, en una carta dirigida Gobernador del Estado de Chiapas Efraín A. Gutiérrez, fechada abril de 1938, donde le informa que a través de un giro telegráfico le envío los recursos recolectados por el Comité a su cargo para redimir la deuda petrolera en México. La cantidad ascendía a 316 pesos; modestas cooperaciones de 2, 5, 10, 3, pesos.
La estrategia del General Lázaro Cárdenas, de involucrar a toda la población es con el objeto de que todos se sintieran participes de esta gesta nacionalista, en la que se había logrado arrebatar a los extranjeros, nuestro petróleo.
La reacción positiva que la población tuvo hacia la expropiación petrolera fue promovida en gran medida por el gobierno mediante un hábil manejo de un discurso patriótico y una maquinaria propagandística que abarcó desde manifestaciones públicas, discursos, imágenes, rituales celebratorios, organizaciones de masas, e inclusive hasta la labor de profesores dentro y fuera de las escuelas. Si hubo importantes actos espontáneos de adhesión, pero aun existiendo estos, el gobierno de Cárdenas sabía que debía trabajar en mantener e incrementar el entusiasmo y acallar las críticas para que el respaldo poblacional fuera constante y mantuviera a flote la nacionalización de la industria petrolera, incluso llegadas las consecuencias más críticas, como la presión extranjera, los boicots económicos o las protestas internas provenientes de los opositores al gobierno.
Hoy nuevamente el tema de la industria petrolera es retomado bajo las bases que en un momento sentó Cárdenas, me parece oír las consignas de estudiantes y obreros que el 22 de marzo desfilaron por importantes vialidades de la ciudad de México y el día siguientes se realizó otra manifestación masiva organizada por la CTM: Durante la marcha universitaria se cargaron en hombros cajas que simulaban ataúdes en los que se colocaron envases de artículos producidos por las petroleras extranjeras.
El mensaje era claro y contundente: se declaraba la muerte de los intereses extranjeros sobre el petróleo mexicano. Los manifestantes llevaban pancartas en las que expresaban un incondicional apoyo al presidente y un tono patriótico («Cárdenas adelante con la Revolución para seguir con la liberación de México»; «70,000 ferrocarrileros dispuestos en cualquier momento a respaldar a Cárdenas para que México sea solo de los mexicanos»). Otras más incluían mensajes de rechazo al imperialismo («El pueblo de México no tolerará más humillaciones del imperialismo insolente»; «Contra los zarpazos del imperialismo, la unidad del pueblo mexicano»)
Hoy la historia se repite, retomando el discurso cardenista, ya no son los imperialistas, pero si los conservadores, el motivo de las movilizaciones. Es necesario generar un enemigo para poder mover al pueblo, y también como el contrincante a vencer en las próximas elecciones.