Enriqueta Burelo

A lo largo de muchos años, los limites entre Oaxaca y Chiapas, no existían en el sentido estricto, la amistad entre ambos pueblos era motivo de idas y venidas, jóvenes de Chahuites, Niltepec, Tapanatepec, Zanatepec, estudiaban en Arriaga y posteriormente en Tuxtla, dada la cercanía de la capital del estado de Chiapas a estos municipios, la travesía hasta la capital oaxaqueña, significaba recorrer la serranía, llena de curvas, que cuando éramos infantes nos hacía recurrir al Dramamine, o llevar una moneda apretada en tu mano, un sortilegio de la época para evitar el mareo.

Sin embargo, no faltaban intrépidos jóvenes chiapanecos que estudiaron en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, UBAJO, habrá que recordar, que la universidad oaxaqueña fue fundada en 1827, mientras que nuestra universidad, la Universidad Autónoma de Chiapas, recién cumplió 48 años.

El nombre de Oaxaca, proviene de un árbol humilde; el huaje, por lo que los aztecas a su llegada le pusieron Huaxcayac, en español “punta del huaje”, el nombre mixteco o zapoteco, también proviene de esta denominación, sin embargo, durante la época colonial se le bautizó con el nombre de Villa de Antequera debido a que los colonizadores españoles, señalaban que las características de la región le recordaban a esta ciudad española.

Oaxaca es una bella ciudad, con ricas tradiciones culturales como la Guelaguetza, la Noche de los Rábanos, la música de las bandas, un hermoso teatro Macedonio Alcalá, destacado musico, autor del Vals “Dios nunca Muere”, considerado como un himno del estado.

Retornando al istmo, que es donde se gesta esa entrañable relación con nuestros hermanos oaxaqueños, y a la que se denomina en Chiapas, región istmo-costa, como zona económica, el ir y venir de una lado a otro nos hacia compartir amistades, compadrazgos, gastronomía, tradiciones, esas bodas de tres días, muy comunes en Arriaga y Tonalá, puedo presumir que la mía duro así, aun cuando se celebró en Tuxtla, eso habla del arraigo e intercambio de las tradiciones, en ese intercambio, una prima hermana de mi mamá Edith Escobar Camacho, por azares del destino se fue a vivir a Salina Cruz, y siendo una mujer generosa, muy agradable, al poco tiempo fue suplente de un diputado federal y al dejar este la diputación para ocupar otro cargo, mi tía lo sustituye y posteriormente es presidenta municipal.

Recuerdo, también, durante mi época en la Dirección de Cultura y Recreación, que comandaba Oscar Oliva, la relación que manteníamos con la Casa de la Cultura de Juchitán creada por el pintor Francisco Toledo, creador de Tamazul, una verdadera explosión de color, de quien recibí una carta vía correo electrónico, por sumarme a la protesta organizada por el que se negó a la existencia de un Mc Donalds en pleno centro de la Vieja Antequera. Recuerdo también con gran cariño a Macario Matus, Víctor de la Cruz, Susana Harp quien musicaliza un poema de nuestra poeta de San Juan Chamula, Enriqueta Lunez y también lleva a cabo con varias poetas indígenas, un proyecto dirigido por Aurora Oliva, sobre Rosario Castellanos.

Hoy me siento triste, recurriré a la regadera para llorar a gusto, en primer lugar, no me gusta el titular que la mayoría de los medios impresos han utilizado: Convenio amistoso, gobernadores acuerdan límites entre Oaxaca y Chiapas en zona Sur. Y después señala que busca que el fallo de la Suprema Corte que reconoce 162 mil hectáreas de selva de los Chimalapas como territorio oaxaqueño no afecte a comunidades chiapanecas de Cintalapa, Arriaga y Tonalá.

Alguien me quisiera explicar si la política puede ser amistosa, podrán ser negociadores si la ocasión lo requiere, y está el dicho mas vale un mal arreglo que un mal pleito, pocos practican una negociación que implique ganar, ganar para ambos, siempre alguien sale más vivillo.

Entiendo que entre países deben existir límites, para evitar situaciones que atenten contra el derecho internacional, ya lo hemos visto en el pasado, México lo vivió en carne propia, pero al interior de un estado, los limites solo deberían estar como una delimitación territorial necesaria para definir lo que le corresponde a cada estado, y para planear el desarrollo y bienestar social de la población, ello sin dejar a un lado nuestra identidad nacional.

Por otra parte, Chiapas cumple 193 años de haberse integrado como estado a la Republica Federal Mexicana y considero que merecemos un mejor trato, tanto de nuestras autoridades locales como a nivel nacional, estas decisiones que aun no sabemos a ciencia cierta en qué medida nos afectarán, porque nada está claro al respecto, mientras definen que hacer, me iré a Guatemalita, a comer garnachas y tomar pozol.
Y mientras tanto que el diputado que entrevistaron Alex Moguel y Javier Guízar Ovando, de cuyo nombre no quiero acordarme como diría el Quijote, que siga con sus diálogos de paz.

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