Antes del inicio de la pandemia, las universidades de Chiapas y otras instituciones educativas habían experimentado un proceso de quejas sobre acoso sexual y violencia de género.

Pocos días antes de que comenzáramos a conocer lo que era la cuarentena, la nueva normalidad y las tragedias familiares que ha dejado la pandemia; en muchas escuelas y facultades de la UNACH, de otras instituciones de educación superior en el estado y algunas preparatorias; además de dependencias de gobierno aparecieron los denominados “tendederos del acoso”.

Era marzo del 2020 y hay diversas notas de la prensa del estado en que se habla de acoso sexual, bullying y también de corrupción, porque a cambio de satisfacer los deseos de algunos maestros, estos ofrecían buenas calificaciones a las jóvenes estudiantes.

La tragedia de Mariana indica que esas prácticas no han desaparecido y que involucran no solo a las instituciones educativas, sino también a muchas otras dependencias de gobierno.

Los tendederos del acoso del año pasado y la tragedia de Mariana indican sencillamente que podrá haber leyes; pero en la práctica, ni estas, ni las instituciones encargadas de ejecutarlas protegen a las mujeres chiapanecas.

Por ejemplo; hasta el momento ni la Comisión Estatal de Derechos Humanos ni la Secretaría de la Mujer del Estado, se han pronunciado por el caso de Mariana.

En el contexto actual de indignación popular y de clamor de justicia, esa es una omisión imperdonable para los titulares de esas dependencias.

Como omisa resultaron la UNACH y la Secretaría de Salud sobre la petición de Mariana. Porque me parece que el tema es de corresponsabilidad institucional.

Una corresponsabilidad institucional que no fue atendida.

Sobre estos trágicos y lamentables acontecimientos, solo hemos visto que la Universidad intenta deslindarse.

Por su parte, la secretaría de salud estatal no se ha pronunciado. Todavía no ha habido una postura oficial. A pesar de que todo indica que fue un trabajador de salud de base quien violentó a Mariana.

Por su parte, la Fiscalía General del Estado, todavía no ha dado a conocer algún avance en las investigaciones a pesar de que esta tragedia ya tiene alcance nacional e internacional al pronunciarse la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Secretaría de Salud Federal, la propia Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero y ONU Mujeres.

En ese sentido, si hablamos de corresponsabilidad, hay tres consideraciones que tenemos que hacer:

1.- Mariana era alumna de la UNACH. Es la Universidad quien le extiende su carta de liberación del Servicio Social. Ese mandato viene contenido en el Manual de Procedimientos para el Servicio Social de la Facultad de Medicina.

2.- La Secretaría de Salud firma convenios de Servicio Social con la Universidad, por ello también es responsable de responder por la integridad física de los prestadores de servicio social. Y;

3.- La fiscalía tiene que dar respuesta a la familia de Mariana por sobre las investigaciones. Y tiene que explicarle a la ciudadanía

A la vista de los hechos; las dependencias estatales que están involucradas en esta tragedia; lastimosamente no han optado por aceptar la corresponsabilidad y en base a ello, colaborar para darle justicia a Mariana y su familia.

La UNACH optó por el deslinde institucional. Legalmente eso provocará un choque con la Secretaría de Salud. Un choque que también será político.

¿Porqué? Porque hay un gabinete de gobierno en donde la decisión que se debió tomar tendría que haber sido de investigación conjunta. De estrategia de comunicación e información también conjunta.

Y no fue así.

Con un Secretario de Salud avocado a contener la pandemia del Coronavirus, estrategia que ha sido cuestionada por los ciudadanos del estado; con un rector que recibió una universidad moribunda financieramente; la tragedia de Mariana los desgastará aún más.

Y más si la estrategia universitaria de deslinde sigue un curso legal.

Con dos sexenios consecutivos de “pachanga” gubernamental; los chiapanecos no esperábamos milagros. Pero si queríamos ver y palpar cambios tangibles.

Lamentablemente eso no ha sido posible.

Sigue habiendo dependencias inoperantes, dependencias no efectivas en su labor de gobierno. Y una de las cosas más lacerantes es que la violencia de género sigue latente.

Hace siglos, Nicolás Maquiavelo escribió que un “príncipe”; en este caso, un administrador público solo puede actuar de manera decisiva y correcta, cuando las circunstancias favorecen hacer lo correcto.

En Chiapas, hace tiempo que se tiene que hacer lo correcto y a pesar de ello solo se maquillan acciones.

La UNACH durante esta administración, hay que decir que por empuje de la comunidad estudiantil y no por necesidad de hacer lo correcto; se realizó un protocolo de atención a los problemas de género, hace poco creó dos nuevas secretarías avocadas a atender la responsabilidad social, creó también una defensoría de los derechos universitarios.

Pero la realidad que nos enseñó la tragedia de Mariana es que esos cambios solo fueron cosméticos.

Mariana exige justicia, sus compañeros la claman. Ojala y que la respuesta institucional no sea de represión y de amenazas de silenciamiento de la comunidad de una institución que por definición, está hecha para servir a la sociedad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *